A continuación comparto el artículo que publiqué en "Cultura Redonda" (http://www.culturaredonda.com.ar/) sobre el momento crucial que vive el Barcelona tras la recaída de Vilanova.
La inesperada recaída de Tito Vilanova
significó un duro varapalo para el mundo del fútbol. Basta con visitar las redes
sociales, donde se colapsaron las muestras de apoyo incluso cuando la
noticia era apenas un rumor. Pero al mismo tiempo, el forzado alejamiento obliga
a mirar con máxima atención los pasos que tomará la directiva del FC
Barcelona en el plano estrictamente deportivo. Si bien la elección del
sucesor puede tomarse como una decisión más entre tantas otras y, en este
caso particular, como el tema más importante de las cosas menos importantes (de
hecho lo es), escoger el nombre adecuado resulta vital para el futuro
inmediato del club.
Con este escenario, quien asuma las riendas en Can Barça se
transformará en un elemento bisagra para los intereses del
equipo en un corto plazo. Tal afirmación está condicionada por una
serie de factores que alertaron el dulce viaje perfeccionado por Guardiola
alterando fases del recorrido y que llevan a pensar en la necesidad de un hombre
que además de continuar con el proyecto del modelo de juego,
como sucedió con Tito tras la marcha de Pep, ofrezca también una importante
dosis de carácter como base para reafirmar una filosofía con la
cual este grupo alcanzó la cima y que, en el último tiempo, amagó con
devaluarse.
En este punto, es necesaria una aclaración: la acentuación sobre esta faceta no pretende dudar del carácter que pudiera tener Tito sino de resaltar la trascendencia
de este momento del Barça, que acabó la etapa más gloriosa de su historia y,
por ende, demanda un perfil de entrenador específico que no distorsione el
camino elegido por el club en las últimas tres décadas.
Desde que el presidente Sandro Rosell
ofreciera el comunicado donde confirmó la baja de Tito y anunció el nombramiento
del próximo entrenador para dentro de unos días, comenzaron a soltarse los
primeros apellidos de los posibles candidatos a ocupar el cargo vacante. Joan
Francesc Ferrer Sicilia “Rubí”, ex entrenador del Girona
que iba a ocupar el papel de segundo entrenador de Vilanova, fue uno de los
primeros en salir a la luz por la cercanía con el técnico catalán. En tanto,
Luis Enrique, Marcelo Bielsa, Gerardo
Martino, Jupp Heynckes y André
Villas-Boas fueron las figuras más rimbombantes que sonaron.
Es cierto que siempre resulta tentador imaginar cómo se
desempeñaría tal o cual técnico en el prestigioso banco del Barça, pero
hoy se intenta destacar la relevancia que conlleva una decisión de este
tamaño. Decisión que, por otra parte, adquiere una influencia
diferencial si se tiene en cuenta la historia contemporánea del club, cuya
filosofía viene rodando desde que Laureano Ruiz primero, y Rinus
Michels después, sentaron las bases allá por 1976. Más tarde, Johan
Cruyff jerarquizó la idea, Louis Van Gaal la sostuvo,
Frank Rikjaard la recuperó y Pep Guardiola la
perfeccionó. Ellos se erigen como los puntales más claros que elevaron en el
tiempo un modo de vida gracias a la creencia en un modelo de juego que supo
diferenciarse del resto aún cuando los resultados no eran los esperados.
La apuesta por Tito le dio sentido a los procesos
anteriores. Tras su marcha, la cúpula dirigencial del Barcelona deberá
meditar detenidamente el siguiente paso. Aunque parezca exagerado,
de esta decisión depende que el club retome la senda que deslumbró al mundo en
los últimos 5 años. Los aspectos que desembocaron en la desnaturalización del
juego del equipo deberán corregirse en el campo, pero Rosell y Andoni
Zubizarreta deberán ser conscientes que la llave para lograrlo se
encuentra en los despachos. Ahora la pelota la tienen ellos.
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