Los hinchas de Racing festejaron en el Cilindro el descenso de Independiente. |
Mi mejor amigo es fana de Racing y también es periodista. Lo
presento así porque primero lo conocí como hincha y mucho tiempo después como
profesional. "Quizás suene contradictorio -me confesó mi amigo en
más de una ocasión- pero todos los periodistas son hinchas de algún club y aquel que lo
niegue no sólo falta a la verdad sino que además no sabe lo que se
pierde". Como buen futbolero, él sostiene que cualquier amante de la pelota nace hincha y más adelante define su vocación, por más que la encuentre desde joven. Mi amigo,
además, supo afirmar cierta vez que incluso todos deberíamos llegar a este mundo
con el sentimiento a flor de piel hacia el mismo club del que es nuestro viejo para
comprender muchas cuestiones sobre la vida que un futuro periodista probablemente agradecería al aplicarlas en su profesión.
El tema es que en los últimos días, este gran amigo mío, que
actualmente escribe para diversos medios, le dio paso a su faceta de hincha sólo
por un rato y en la intimidad de una charla de café para saldar una vieja deuda pendiente con una oscura etapa de su
vida. En realidad, sacó a relucir la pasión por sus colores para descargarse ante su amigo del alma sobre la supuesta exageración de los hinchas de Racing en los festejos
por el primer descenso en la historia de Independiente.
Un encuentro en el bar de siempre suele ser una buena excusa para abordar cuestiones
relacionadas con el fútbol. Por eso lo llamé. Estaba ansioso por escuchar su postura
acerca del tema que fue tapa de todos los diarios el día posterior al partido del viernes contra Unión, momento que la gente de Racing eligió para desplegar su repertorio
de recuerdos por la pérdida de la categoría del vecino. Y él, casi como
adivinando el motivo de mi invitación, arrancó su mañana de sábado sin que apenas le comentase nada…
“¿Sabés lo que significa este acontecimiento para nosotros,
Mariano?”, me preguntó en modo de afirmación señalando al Fantasma de la B,
protagonista principal de la portada de un matutino. Y siguió: “Por eso no puedo entender
esa ola solidaria que denuncia exageración en la celebración de un hecho
esperado durante ¡30 años! por varias generaciones de pibes como yo que mucho
antes de querer ser médicos, abogados, obreros, barrenderos o periodistas ya
sufríamos los cánticos que recordaban nuestro paso por la B”.
“El otro día -continuó- leí por ahí acerca de la mediocridad de
los hinchas de Racing por preferir un descenso del Rojo antes que un título
propio. ¡Nooo!, que no se confundan los oportunistas ni los narradores de medias
verdades ni tampoco los militantes de la moral: elegimos solamente y por única
vez este descenso de Independiente antes que un campeonato nuestro ya que a partir de
hoy, el contexto cambió para siempre. Ahí está la clave, ¿me explico?. Y cuando nos vuelvan a preguntar lo mismo
para ver qué les decimos, vamos a contestarles que ahora priorizamos dar la
vuelta en el Cilindro, faltaba más. Pero básicamente, porque estamos 1 a 1 gracias a este guiño de
la historia que los obliga a ellos a reducir su cancionero. ¿Entendés ahora la
esencia de los festejos?”.
Yo lo escuchaba y a la vez intentaba matizar con el único objetivo de ver a mi apasionado amigo argumentando más que nunca, en todo su esplendor, como para que su fiesta sea completa: “¿Lo del apagón en el entretiempo no te
pareció demasiado? ¿Y lo de la marcha fúnebre?", le dije con algo de cinismo. Mientras
se acomodaba en su silla como el que viene preparando la respuesta desde hace
tiempo, me miró y declaró tajante: “Si hablamos del actuar de los hinchas, no es
demasiado. Es lógico. Hasta te diría que justo. Ahora, si analizamos la
complicidad de los dirigentes para llevarlo a cabo, ahí te doy la razón. Ellos
tienen otras responsabilidades y deben responder por ellas. Pero dejemos en paz
al hincha genuino, que la gente sea felíz con lo que quiera, que al fin y al
cabo no le hace mal a nadie”, suplicó ante mi atenta mirada.
De repente, como si la luz se le hubiera encendido de nuevo,
reclamó: "¿Pero sabés lo que más bronca me da al margen de esta gran alegría?
Que los mismos que hoy salen a censurar esta obra de arte de la imaginación
futbolera son los mismos que afuera del país presumen del folklore que
se vive en las tribunas argentinas...O sea: cuando pasa en casa genera violencia
pero para venderla en el exterior es una fiesta única...¿En qué quedamos?".
Inmediatamente intenté entrarle por otro rincón, siempre con la
intención de ver hasta dónde podían llegar sus explicaciones: “¿De verdad no creés que
puede convertirse en un generador de violencia todo este asunto?”. Casi antes de
que acabara la frase, me respondió con otra pregunta: “¿De verdad vos creés que
la violencia en el fútbol se debe al folklore de las tribunas? ¿Cuándo nos vamos
a convencer que este aspecto detestable de nuestro fútbol es tan sólo una
consecuencia de la sociedad que integramos?”. Asentí con mi cabeza. Pero él
quería más: “¿Vos creés que la clave para que se termine la violencia reside en que
Racing no gaste a Independiente porque la sociedad está susceptible ante una derrota? El problema es mucho más amplio
y el primer paso no les corresponde a los hinchas…”.
A medida que mi amigo iba cerrando etapas a través de sus
respuestas, me quedé pensando por un momento en la trascendencia que tenía para
él toda esta situación. Pensaba en la cantidad de tardes sufridas que pasó junto
a su viejo, a su abuelo, a los hinchas anónimos que se las habían aguantado
todas y, a pesar de ello, seguían ahí, pero ahora festejando lo que en otro
momento les había tocado padecer.
Fue en ese preciso instante cuando entendí el sentido de tanta
algarabía: significaba la concreción de un momento deseado por familias enteras
unidas en un sentimiento de difícil comprensión para aquellos que nunca pasaron
por un desafío semejante, como es convivir con un descenso.
Mientras mi amigo seguía explicando con énfasis que los
festejos no tenían que ver con incitar a la violencia, que pertenecían al
folklore del fútbol, que el asunto no obedecía a un pensamiento mediocre de uno
sino más bien a una necesidad de equilibrar la balanza y que ahora les tocaba
sufrir a "los de enfrente", de repente proyecté todo su pasado en el dolor que
ahora sienten los hinchas de Independiente. Pero enseguida recordé lo que suele
decirse en estos casos para que el golpe duela menos: que en el fondo un
descenso no es la muerte de nadie. Y es verdad. Quizás se dio para hacerlos más
fuertes, o tal vez, sólo para demostrar que este bendito deporte, como la vida,
es una rueda capaz de provocar lo que creemos que nunca puede ocurrirnos en primera persona. Y sino que se lo pregunten a mi amigo, el fana de Racing que también es
periodista.
Te felicito Mariano, tu mejor nota!!
ResponderEliminarMuchas gracias NLL! No sé si será la mejor nota pero estoy muy contento con la repercusión que tuvo en apenas un puñado de horas. Ahora mismo es la tercera más leída! Un fuerte abrazo!
EliminarExcelente diálogo el que nos presentaste Mariano, en tu nota, entre un peridista objetivo y talentoso, como vos y un ser apasionado y justo como tu amigo. Las dos caras de una misma moneda que hacen al hombre y al futbol.
ResponderEliminarMuchas gracias JHN! Me halagan tus palabras! Un fuerte abrazo para vos!
EliminarEnorme, Mariano.
ResponderEliminarMuchas gracias Diego! Fuerte abrazo!
EliminarExcelente nota Mariano. Te felicito pintas muy claramente lo que sentimos muchos hinchas de Racing.
ResponderEliminarMuchas gracias Ari! Me alegro que te haya gustado! Un fuerte abrazo!
EliminarBuenisimo Mariano,es el reflejo del sentimiento racinguista.Todo llega.Felicitaciones
ResponderEliminarAriel de Alicante
Muchas gracias Ariel! Y un saludo grande a la familia!
EliminarEspectacular descripción de lo que sentimos aquellos que ya rondamos los 50 pirulos y que bancamos aquella situación. Como escribí personalmente en mi escrito "Deuda Saldada" Mariano y que vengan épocas de gloria.
ResponderEliminarEduardo J. Quintana
El escrito "Deuda saldada" lo pueden encontrar en http://eduardojquintana.blogspot.com.ar/2013/06/deuda-saldada.html
Muchas gracias Eduardo! Tu texto me gustó mucho también! Un fuerte abrazo!
Eliminarcomo hincha de racing, esto es lo que siento y no podia explicarlo con palabras...muy buena nota!
ResponderEliminarMuchas gracias! Saludos!
EliminarMariano, una nota increíble. Después de este articulo no hay mucho mas para agregar. Felicitaciones!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tus líneas Matías! Un gran abrazo!
EliminarEstá muy bien. Sólo en una cosa no estoy de acuerdo con tu "amigo": yo sí banco a los dirigentes que ayudaron a armar la fiesta. Y recuerdo una cosa: no hubo un sólo acto de violencia física por parte de Racing, ni contra algún hincha de CAÍ ni contra las instalaciones de su club, como sí hubo por parte de ellos al producir pintadas en las boleterías visitantes de Racing.
ResponderEliminarEl tema de la participación del club en los festejos es para hablar un rato largo, pero es para destacar, como bien señalás, que todo haya sido en paz. Muchas gracias por participar! Saludos!
EliminarUna idea. Hay quien dice que el festejo fue exagerado y tiene razón. Hubo una intensidad exagerada. Ahora bien, las burlas de los hinchas de independiente fueron exageradas también aunque no por la intensidad sino por la duración. 30 años jodiéndonos también fue exagerado y bueno, ahora llegó la desmesura de la liberación; es el esclavo que se escapó. Que no se nos pida lo que nos se les exigió a ellos. Un abrazo
ResponderEliminarEs cierto, se puede considerar exagerada la celebración de ambos, pero para "impartir justicia" hay que detenerse en que una es consecuencia de la otra. Es decir, si uno "exageró" durante tantos años, ahora no debería quejarse de la "exageración" del otro, aunque ambos, cada uno en su momento, lo hayan sido. De todas formas, apoyo la exageración en los festejos, ya que, junto a la creatividad y a la imaginación bien entendida, son la esencia misma del folklore. Un abrazo y muchas gracias por tu aporte!
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