jueves, 20 de junio de 2013

Maneras de vivir



El Tata Martino, principal artífice del campeonato logrado por Newell´s.



Si hay una certeza que ofrece este final de temporada en los diferentes puntos del mapa es la importancia de contar con una idea definida de juego. Se dice fácil pero no deja de ser el componente más difícil de conseguir. Aferrarse a un comportamiento determinado, creer fehacientemente en ello y lograr implementarlo con convicción son tareas que están al alcance de todos pero que muy pocos deciden afrontar. Claro que en un fútbol como el argentino todo esto se torna más complicado debido a una histeria crónica originada a nivel social y expandida en el rendimiento de los equipos. No obstante, la reciente consagración del Newell´s del Tata Martino enseña un camino que muchas veces se intenta evitar.

El entrenador rosarino regresó a su segunda casa para el Clausura 2012 cuando parecía inevitable que el club de sus amores cayera en la tan temida zona de promoción. Por aquel entonces, la realidad marcaba un arduo trabajo por realizar. Sin embargo, cuando la gran mayoría de entrenadores se hubiera inclinado por planteos conservadores que asegurasen puntos, Martino acentuó dos aspectos vitales y así comenzó una obra que perdurará para siempre: primero convenció a sus dirigidos que debían ser protagonistas en todos los campos y luego se mantuvo con firmeza para desarrollar su idea. Si bien su trabajo se vio favorecido por una atmósfera cuya base muestra un notable sentido de pertenencia hacia el club, los resultados están a la vista. No sólo sacó a Newell´s de aquella lejana situación comprometida sino que, además, lo convirtió en uno de los animadores de los últimos tres campeonatos, con título incluido, a partir de un religioso buen trato del balón y de una valentía para llevarlo a cabo digna de admirar por estos tiempos.
Unos días antes de conocerse al campeón del Torneo Final, Independiente sufrió el primer descenso de su historia. Una prolongada etapa de turbios manejos dirigenciales y una profunda crisis económica derivaron en la debacle actual de un club cuya época de gloria parece haberse estancado en el tiempo. El inevitable final no debería sorprender si se tiene en cuenta, además, la influencia que adquirió la barrabrava dentro del club desde el mandato de Julio Comparada, predecesor del presidente Javier Cantero. Sin embargo, las decisiones trascendentales tomadas en los últimos años a nivel deportivo tampoco se caracterizaron por el respeto hacia una filosofía basada en la coherencia. En este lapso, predominó una notoria disparidad en la elección del estilo de los técnicos, desde la asunción de Garnero hasta este oscuro presente con Brindisi a la cabeza que desembocó en la pérdida de la categoría.
Los casos de Newell´s e Independiente son los más relevantes ya que grabaron a fuego las dos caras de la moneda, pero también hay otros ejemplos cuya forma de vida acabó marcando el destino de cada equipo. En esta lista se puede incluir, con permiso de Gareca cuyo gran trabajo en Vélez hace rato que dejó de ser novedad, a José Romero y Ricardo Zielinsky, quienes con All Boys y Belgrano respectivamente, completaron temporadas por encima de las expectativas trazadas en un principio.
Pepe dejará Floresta tras seis años magníficos. Se marcha siendo el DT de Primera División con más duración en el cargo. En este tiempo, consiguió darle estabilidad al club en la máxima categoría  siempre manteniendo una línea. Por su parte, el Ruso, que ascendió al Pirata de la B Nacional, logró clasificarlo a la próxima edición de la Copa Sudamericana por primera vez en su historia. Ambos lo hicieron partiendo desde la fortaleza grupal y apostando a la solidez defensiva como base primordial. Sin desplegar un fútbol vistoso pero creyendo ciegamente en sus posibilidades, alcanzaron sus objetivos a través de una idea clara. Esto también es válido, como las generosas propuestas de Forestello en San Martín de San Juan y de Sava en Unión, construidas en torno al buen trato de la pelota más allá de la posición en la tabla.
Como máximo exponente de la vereda opuesta asoma Boca, que parece encontrarse sumergido en la nostalgia de etapas anteriores. La actual estuvo definida por una llamativa fragilidad emocional impropia de los equipos de Bianchi. En cuanto al juego, el Virrey volvió a delegar todo el peso ofensivo en la figura de Riquelme sabiendo lo que le podía ofrecer pero no supo rodearlo ni tampoco dispuso de un plan B ante su ausencia. De esta forma, el volumen siempre dependió de lo que pudiera generar Román. Cuando éste faltó por lesión, Boca deambuló sin brújula a excepción de algunos minutos contra Newell´s en la ida de la Copa Libertadores sin el diez en cancha, donde se sostuvo a base de presión.
Con River sucedió algo similar aunque con una diferencia: la mano de Ramón Díaz elevó el nivel de las individualidades durante gran parte del campeonato. Aún así, los de Núñez no llegaron a plasmar una idea que los identifique. Apenas fueron un puñado de buenas intenciones, que no es poco, con Ledesma como eje y Lanzini como apoyo, pero dieron la sensación de no encontrar una regularidad en el rendimiento que despejara el camino. Otro caso parecido es el de Racing, quien no termina de consolidarse como equipo a pesar de contar con un grupo armado, con un técnico casi renovado y con una camada importante de juveniles que aportan frescura, desparpajo y talento.
Mientras escribo este artículo, a pocos kilómetros de distancia del desequilibrado fútbol argentino, la Selección Española de Vicente Del Bosque continúa a paso firme en la Copa Confederaciones de Brasil siendo fiel a una filosofía que lo llevó a la cima del mundo. Quizás el ejemplo más claro, junto con el Barcelona, sobre la dimensión que puede adquirir un equipo a través de una idea si además de disponer de grandes jugadores logra encontrar el tiempo necesario y el clima apto para vivir sin depender de nadie.


1 comentario:

  1. Estas maneras de vivir, también se dan en la vida misma. Muy claro tu comentario.

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