Guardiola paralizó Buenos Aires. "Nada es más fascinante que meterle tu idea en la cabeza al jugador. Y para ello, se necesitan argumentos, hay que convencerlo". Genial. |
El día después del doble golpe alemán en la Champions coincidió
con la puesta en escena del hombre que acaparó todos los elogios y admiraciones
de los últimos años: Josep Guardiola, o el
creador del mejor Barcelona de la historia. El
entrenador catalán reapareció públicamente en Bogotá primero, y en Buenos Aires
después, justo tras la cruel y dolorosa derrota de sus ex dirigidos. Los recuerdos
de su paso por el club acentuaron aún más las falencias de este Barça, como si
el destino, sabio, observara lo que ocurre desde un lugar privilegiado para
asomar en el momento exacto y aflorar nostalgias no muy lejanas.
Horas después de que el conjunto de Tito Vilanova cayera por un
global de 7-0 frente al Bayern, la capital porteña recibía a Pep en medio de una
macromovilización en la cual participaron infinidad de personalidades del
mundo del fútbol, desde el seleccionador nacional Alejandro Sabella hasta un ex pupilo suyo, Gabriel Milito, y el actual técnico de San Lorenzo y ex
compañero en aquel Barça noventoso, Juan Antonio Pizzi, entre muchos otros.
En su visita a Sudamérica, donde expuso charlas sobre “Pasión,
liderazgo y trabajo en equipo”, Guardiola recordó que su etapa en el Barça está
cerrada y eludió las preguntas sobre el Bayern Múnich, su
próximo gran desafío, del cual ya hablará cuando corresponda. También se hizo un
espacio para recordar con afecto el trato recibido en sus comienzos por parte
del “Flaco” Menotti y el “Loco” Bielsa. Todo un detalle.
Debido a la transición de un club a otro, la figura de
Guardiola se convirtió en un denominador común para ambos equipos, por ser el
propietario del corazón de los barcelonistas y el próximo postulante para
conquistar el de los muniqueses.
Su partida del Camp Nou originó, meses después, una relajación
inevitable tras la agotadora exigencia de cuatro gloriosas temporadas hasta
desembocar en el punto de creer eliminado al equipo antes de jugar una instancia
decisiva, algo impensado hasta hace poco. La debacle del Barça en el Camp Nou
fue una extensión de la del Allianz Arena, producto de la fragilidad emocional,
el bajo estado de forma y la desnaturalización en el juego que padece el
conjunto de Tito desde hace un tiempo. Un equipo derrumbado, sin respuestas,
minimizado hasta los niveles más bajos. Y sin Messi, su cable a tierra en épocas
de atascos.
El Bayern, en cambio, parece rozar la cresta de la ola,
situándose a sólo un peldaño de coronar un año inmejorable, incluso para el
propio Guardiola. Pero a pesar de la espectacular trayectoria de Jupp Heynckes,
todo hace pensar que Pep dejará su huella en Múnich. Nadie lo puede asegurar,
pero es inevitable no ilusionarse con las virtudes de una plantilla cuyas
características forman una lista acorde a su manera de sentir el fútbol:
tendencia a la presión alta, jugadores de calidad para llevar a cabo diferentes
sistemas dentro de un partido, espíritu competitivo para llegar a lo más alto y
sentido de pertenencia hacia el club. El combo, potenciado por su demostrada
inteligencia y sentido común, ofrece la sensación de que algo grande está por
venir, aunque sólo sean previsiones.
La vereda de enfrente: Borussia-Real
Madrid
¿Asoma el nuevo Pep? Paralelamente, casi
al mismo tiempo que Guardiola intentaba descontracturar con micrófono en
mano las claves de su éxito, a miles de kilómetros el Borussia del sonriente
Jürgen Klopp superaba el escollo del Bernabéu con sufrimiento pero con nota
alta. El entrenador del momento pensó un planteo valiente, como anticipó en la
previa, y tras aguantar el sofocón del primer cuarto de hora de un Real Madrid
agobiante, dominó durante un buen rato los espacios aunque acabaría fallando en
las áreas, justamente donde no perdonó en la ida. Debido a ello, se vio obligado
a volver a sufrir en los últimos 15 minutos hasta el extremo de verse a un gol
de ser eliminado. Finalmente, consiguió sobrevivir al arreón merengue y estará
merecidamente en Wembley.
El Madrid, en cambio, a pesar de despedirse con la cabeza alta,
no vio recompensado su esfuerzo, quizás porque la épica, a menudo, no ejerce
como argumento principal para llegar a la cima, sobre todo cuando enfrente
aparece un señor equipo. A la hora del análisis, el árbol no debería tapar el
bosque: los de Mourinho fueron más tiempo dominados que dominadores y demoraron
80 minutos para romper el muro de los alemanes, que se adueñaron del resto del
trámite pudiendo ponerse en ventaja en más de una ocasión sino fuera por la
falta de puntería en el último toque o por la destacada actuación de Diego
López, que impidió que la serie terminara mucho antes del agónico final. La
dignidad y el orgullo de los merengues maquillaron la inoperancia para encontrar
soluciones en el juego al gran planteo de Klopp, ejecutado magistralmente por
sus futbolistas.
A continuación, El charco como testigo les ofrece un bonus track: dos extractos de las conferencias que ofreció Pep Guardiola en su visita a Argentina, tanto a futbolistas, entrenadores y periodistas en el Teatro Gran Rex como a los chicos de una escuela primaria.
A continuación, El charco como testigo les ofrece un bonus track: dos extractos de las conferencias que ofreció Pep Guardiola en su visita a Argentina, tanto a futbolistas, entrenadores y periodistas en el Teatro Gran Rex como a los chicos de una escuela primaria.
Al buen entendedor, pocas palabras. Muy bueno!!
ResponderEliminarPresión arriba,competitividad constante, espíritu colectivo y sentido de pertenencia.
ResponderEliminarCuatro pilares en los cuales se basa la capacidad para conducir un equipo de fútbol
de Guardiola, Pilares que tan bien detecta Neira como analista y que tan bien expresa
a través de su aguda pluma crítica.
Excelente nota de un excelente técnico. Espero las próximas entregas,para disfrutarlas como lector amante del fútbol,