Arsenal ganó el campeonato argentino por primera vez en su historia. Foto: clarin.com |
Su formato nos marea pero a la vez nos atrae. No sabemos si
mirar la tabla de arriba o la de abajo. O las dos. En el fin de semana que se
fue, el fútbol argentino ofreció una definición de infarto tanto en la Primera A
como en la B Nacional. Ascensos, descensos, promociones y títulos.
Ante un nivel de juego cercano a lo mediocre, manejado por las urgencias y el
exitismo desmedido, las temperaturas se elevan y las emociones nunca faltan. El
morbo está servido. Adelante.
En Primera División, Arsenal obtuvo el primer título local de su historia tras culminar una campaña basada en la solidez de su bloque defensivo y en la practicidad de sus atacantes. El trabajo fino y silencioso de Gustavo Alfaro dio sus frutos en un torneo en el que Boca se distrajo por su ilusión copera y en el que Tigre hizo lo propio en su intento por salvar la categoría. Ambos en la recta final. El mérito de los de Sarandí radicó en su regularidad y en la calma para resolver los choques decisivos, como el de la Bombonera.
En Primera División, Arsenal obtuvo el primer título local de su historia tras culminar una campaña basada en la solidez de su bloque defensivo y en la practicidad de sus atacantes. El trabajo fino y silencioso de Gustavo Alfaro dio sus frutos en un torneo en el que Boca se distrajo por su ilusión copera y en el que Tigre hizo lo propio en su intento por salvar la categoría. Ambos en la recta final. El mérito de los de Sarandí radicó en su regularidad y en la calma para resolver los choques decisivos, como el de la Bombonera.
El “otro campeón” fue Tigre, sin dudas. Si bien el título es
para uno solo, en este caso podríamos dárselo a los dos. El equipo del Vasco
Arruabarrena fabricó un campañón a través de un estilo definido cuyos jugadores
respetaron siempre. Lo del Matador de Victoria es un cable a tierra, una demostración de que en este fútbol histérico todavía se
puede ser protagonista desde el lugar que sea. Admirable la propuesta como la
solidaridad que demostraron cada uno de sus intérpretes.
En la lucha por no descender, San Lorenzo superó la
primera situación límite gracias a su orgullo y su dignidad. Los soldados de
Caruso supieron remontar el marcador sabiéndose en descenso directo y con la
presión de jugar ante su gente. Era una parada bravísima. La única forma de
sortear el primer gran obstáculo era con vergüenza deportiva. Y el Ciclón la
tuvo. Ahora deberá mantener la calma y recuperar las energías para la doble
batalla frente a Instituto.
Como contrapunto, Banfield sí cedió y jugará la temporada que
viene en la segunda categoría del fútbol argentino. Su destino parecía escrito
aún cuando se situaba encima de los puestos de promoción. Fue la crónica de un descenso anunciado. Cuando los problemas
futbolísticos son los menos graves en un club, mala señal. Es lo que le
sucedió al Taladro, que horas después de la debacle se quedó sin presidente y
sin entrenador. Aunque bajar siempre duele, también invita a la reflexión. Toca levantarse.
El caso River
Le puso el pecho. Las lágrimas de Almeyda reflejan la tensión acumulada. River volvió a la A. |
El equipo. Tras su victoria con polémica ante Almirante Brown, los
hombres de Matías Almeyda volvieron a la máxima categoría. Su meta era la más
dura de todas, sin dudas. Ni la angustiante pelea de San Lorenzo ni la heroica
lucha de Tigre por mantenerse en la A significaban tan estresantes como el
regreso de los de Núñez a la elite. Ser jugador de River durante estos doce
meses no era para cualquiera. Era una presión diferente, única, a la que sólo un
descenso de Boca podría compararse por la magnitud que ambas masas representan
para el país. De ahí el mérito de un grande que vuelve al lugar que le
corresponde de acuerdo a lo que enseña su historia.
El jugador. Si bien arribó a mitad del
campeonato, David Trezeguet fue el alma del equipo. Su llegada aportó jerarquía,
profesionalidad y, por supuesto, goles. Hizo de su hábitat natural, el área, una
escuela de la definición. El campeón del mundo, además, significó un pilar para
que River supere el contexto, la situación desconocida, el presente distinto
que ya es pasado.
Contrariamente a lo que manifiestan los protagonistas del mundo de la pelota, que pelear un descenso suele ser siempre más pesado de llevar que luchar por un campeonato, la situación de River fue la excepción a la regla, un caso aparte. Disputó cada partido en un ambiente raro, sumergido en un terreno en el que sino lograba el objetivo la campaña tendía a convertirse en un fracaso indeleble para cada jugador y en una tortura
eterna para cada hincha. Y, muchas veces, lo exteriorizó mediante una tensión que se fue haciendo crónica. Lograr el ascenso “apenas” significaba cumplir
con la historia, era lo correcto, lo normal. Y ante cada
desilusión tras un empate o una derrota, el revés se tornaba desesperante: los insultos que bajaban desde la tribuna cuando las cosas no salían y la falta de reconocimiento aún cuando se ganaba desenfocaban el verdadero valor del esfuerzo realizado.
Otro que merece generosos elogios es Quilmes. El Cervecero se coló sin
querer queriendo tras los traspiés de rosarinos y cordobeses demostrando que en el
fútbol el factor psicológico es tan importante como los demás. Ni la ida de
Caruso Lombardi a mitad de temporada ni verse en la víspera de la definición como el último de los
cuatro aspirantes le hicieron perder la calma y la lucidez para lograr el
ascenso directo. Su mentalidad de acero prevaleció ante las adversidades.
A los que sufren del corazón y pensaron que ya están a salvo,
relájense que se vienen los partidos de promoción: Instituto-San Lorenzo
y Central-San Martín de San Juan. Más nervios, más adrenalina y menos vida para
los más apasionados. O más, según con qué camiseta lo mire. El fútbol
argentino todo lo puede.
Mariano, muy atinadas -como de costumbre- tus notas. Pienso que este campeonato nos deja dos
ResponderEliminarhechos: uno para imitar, Tigre. Por su futbol sin
egoismos y su propuesta audaz, pero sin perder el
equilibrio.
Y el otro como muestra de lo que no debe hacerse,
Banfield. Mal en el plano directivo y peor aun
en el futbolistico.(El segundo consecuencia logica del primero). Bueno, es todo por ahora.
Espero ansiosamente futuras notas y nada mas... ¡Felicitaciones, Mariano!