Altos, guapos y humildes

España se encontrará con dificultades para revalidar la corona, como ante Croacia.

“Más difícil que llegar es mantenerse”. Esta frase, tan cierta como remota, puede ser contemplada en cualquier ámbito de la vida. No obstante, en el mundo del fútbol actúa como premisa fundamental para evitar que tanto los clubes a nivel institucional como los equipos en el juego, o los futbolistas en su rendimiento y los entrenadores en la búsqueda de objetivos se vean inmersos en una peligrosa etapa de confusión tras haber saboreado las mieles del éxito.

La Selección Española, que disputa actualmente la Eurocopa con el objetivo de reconquistar la corona que aún le pertenece, es junto con el Barcelona de Guardiola el ejemplo más claro del ejercicio que significa mantenerse tras haber conseguido las metas más altas. Como lo dijo Pep en alguna ocasión, “ganar títulos es muy difícil, pero aún más cuando te dicen que eres alto, fuerte y guapo, porque acabas creyéndolo. Y eso te debilita”.

El principal trabajo de Vicente Del Bosque reside en prolongar el nivel de una generación única de futbolistas que ya alzó una Eurocopa y una Copa del Mundo en apenas dos años y que, por ende, demostró saber convivir con los elogios. Dichos logros fueron producto de una idea cuyo motor fue puesto en marcha por la combinación del talento y el esfuerzo, en ese orden, dando paso a un estilo que enamoró a todos. Hoy es el turno de seguir por la misma senda pero el recorrido deberá estar dotado de una mayor conciencia para continuar cosechando éxitos. La alta competitividad de cualquier deporte de élite exige, en ciertas ocasiones, reinventarse, transitar el mismo camino con un abanico más amplio de variables sin abandonar las armas que significaron la base de las conquistas.

Pese a que el tándem juego-resultados todavía acompaña, el extremismo desmedido que abunda en la actualidad es tan poderoso que hasta pone en duda, aún tras las victorias, las formas que utiliza esta Selección. Que con 9, que sin él, que el doble pivote, que los extremos. Siempre queremos más. La esencia de España es la misma al margen de las variantes tácticas. Como lo enseñó Brasil a lo largo de su historia. Este es el legado de Luis Aragonés, prolongado por Vicente Del Bosque y su templanza. Sus etapas como seleccionadores, la del inicio y la continuación, tienen como denominador común un proyecto basado en el mismo corte.

El juego de España no varió. El estilo sigue vigente, más vigente que nunca, lo que cambió fue la forma con la que el resto de equipos afronta los compromisos frente a la mejor Selección del momento. La diferencia más notoria entre este equipo de Del Bosque y aquel de Aragonés es que el ciclo de Luis resultó innovador a nivel de Selecciones, era desconocido en ese entonces. A este seleccionado ya saben cómo jugarle, más allá de que a la mayoría de los rivales les resulte todavía dificultoso contrarrestar su juego de toque.

El Barça marcó el camino. Para no desviarse de este guión triunfal que comenzó con la anterior edición de la Eurocopa, el entrenador elige ser fiel a su propuesta y los futbolistas la interpretan con personalidad para mantener la identidad. Los Xavi, los Iniesta, los Piqué, los Fábregas, los Busquets, integrantes de un Barça para el historia, ya saben lo que es ganar después de ganar. Del Bosque también lo sabe y por eso forman parte de la columna vertebral de La Roja.

Revalidar el título será posible si se consigue la fluidez del juego asociativo y de combinación enseñado hasta hoy, si se impone el sello del estilo. Para ello, España deberá encontrar la mejor versión de sus futbolistas determinantes en las instancias finales de la competición. Pero también necesitará disponer de “algo más”: la clave se centrará en la humildad demostrada, en los egos controlados, en la respuesta anímica y en la lucidez que muestre el grupo para sobreponerse a las situaciones de mayor dificultad ante los posibles Chelsea, Inter, Italia o Croacia que puedan impedir su coronación.