A continuación comparto el artículo que publiqué en "Cultura Redonda" (http://www.culturaredonda.com.ar/) sobre la relación íntima entre Luis, la Selección española y el Barcelona.
Xavi, cerebro del Barça, junto a Luis. Una postal de la esencia de La Roja. |
18 de agosto de 2004. Por el túnel asomaron Cañizares, Salgado, Puyol, Helguera, Romero; Baraja, Albelda, Víctor, Vicente; Raúl y Morientes. Con este once, cuyo único futbolista del Barcelona era Puyol, Luis Aragonés hizo su presentación como seleccionador de España en un amistoso frente a una Venezuela que, a pesar de la derrota, superó sus propias expectativas. El partido, disputado en Las Palmas de Gran Canaria ante 25 mil personas, terminó 3 a 2 gracias a un tanto del "Moro" y dos de Raúl Tamudo, quien ingresó en el segundo tiempo junto a Xabi Alonso y Fernando Torres. Estos últimos, tiempo después, formarían parte de la obra que el "Sabio de Hortaleza" empezaba a crear.
Paralelamente, en su despacho del Camp Nou, Frank Rijkaard preparaba el terreno para transitar su segunda temporada como técnico del Barcelona, que acabó con la obtención de su primera Liga española después de la meritoria remontada lograda ese año tras un flojo arranque y que le permitió terminar sólo por detrás del campeón Valencia. La marketinera sonrisa de un tal Ronaldinho fue el fiel reflejo del cambio de rumbo de un modelo de juego que parecía caducado. A partir de la transformación ejercida por el Gaúcho sobre la atmósfera culé, se vislumbró la resurrección. El entonces presidente Joan Laporta había apostado fuerte desde su asunción con la contratación del entrenador holandés y del crack brasileño, aunque ni él imaginaba la rentabilidad que traería tal apuesta. Sólo un par de años más tarde, dos Ligas, dos Supercopas de España y una Champions ampliaban las vitrinas del club y ubicaban al Barça en la cima del mundo.
Con la consagración, Ronie, Deco y compañía pasearon por las calles de la Ciudad Condal la segunda Copa de Europa de la historia blaugrana. Para ese momento, mientras era testigo de los festejos en la concentración de la Selección que se preparaba para el Mundial 2006, Luis ya había sacado conclusiones. En Alemania iba a apostar por una idea que venía cociendo poco a poco, un camino conocido pero ajeno al juego histórico de "La Furia": una Selección renovada, con un Raúl menos protagonista que antaño, con Xavi disponiendo de las llaves del centro del campo, y en torno a él una camada de jugadores que de a poco fue encontrando su lugar para empezar a escribir la página más importante del fútbol español.
A medida que España avanzaba en el certamen mundialista, Guardiola, todavía jugador, escribió un artículo que tiempo después (y hoy también, por supuesto) merece ser leído ya que explica el punto de encuentro entre la Selección de Luis y la filosofía del Barça. Pep, quien se autodefine como "un ladrón de ideas", a través de aquel texto que desborda fidelidad a una forma de entender el fútbol, quizás sin saberlo, también estaba viendo la luz de su propio destino: en él, agradeció a Luis "por creer y por pensar que lo primero es la pelota", a la vez que soñaba con "darle otro beso y abrazo en el próximo partido".
A medida que España avanzaba en el certamen mundialista, Guardiola, todavía jugador, escribió un artículo que tiempo después (y hoy también, por supuesto) merece ser leído ya que explica el punto de encuentro entre la Selección de Luis y la filosofía del Barça. Pep, quien se autodefine como "un ladrón de ideas", a través de aquel texto que desborda fidelidad a una forma de entender el fútbol, quizás sin saberlo, también estaba viendo la luz de su propio destino: en él, agradeció a Luis "por creer y por pensar que lo primero es la pelota", a la vez que soñaba con "darle otro beso y abrazo en el próximo partido".
Tras una fase de grupos impecable, la España de Aragonés acabaría cayendo en octavos ante la Francia de Zidane y un joven Ribery. El 3 a 1 final acentuó los complejos crónicos que padecía la Selección pero lejos estuvo de entorpecer los planes del entrenador madrileño. Justamente el fútbol desplegado en la máxima competición acabó siendo la base sobre la que a partir de entonces desarrollaría su plan de cara a la Eurocopa de Austria y Suiza.
Pero no fueron tiempos sencillos para el seleccionador. Algunos resultados negativos en la fase de clasificación y su disputa paralela con la prensa por empezar a prescindir de Raúl, líder absoluto del equipo y presente en todas las competiciones oficiales desde 1996, llenaron de espinas el camino antes de que comenzaran a aparecer las rosas. Sólo una personalidad como la de Luis era capaz de soportar tantas críticas por semejante decisión. Sin embargo, el objetivo era claro y el todavía capitán del Real Madrid no entraba en sus planes a futuro, a pesar de que semana tras semana seguía demostrando vigencia y encendía aún más el fuego del debate. Frente a ese contexto, sólo un título importante podía apagar las llamas.
29 de junio de 2008. En el estadio Ernst Happel de Viena saltaron Casillas; Ramos, Puyol, Marchena, Capdevilla; Senna, Xavi Hernández, Iniesta, Fábregas, Silva y Torres. Con este once, el de la final ante Alemania, que ya contaba con la presencia de cuatro jugadores del Barcelona, Luis Aragonés consiguió ganar la Eurocopa con España después de 44 años de sequía culminando un arduo trabajo basado en algunos sinsabores y mucha convicción.
Tras dos años de dificultosos obstáculos pero también de vital comprensión para desarrollarse, esta España de Luis, desde entonces "La Roja", presentaba, además de Xavi, a Iniesta, Fábregas, Senna, Xabi Alonso, Silva y Cazorla como intérpretes de lujo de una camada de futbolistas inigualables. Pero había que demostrarlo. Era la única forma de ser recordados no sólo como jugadores excelentes sino además como héroes eternos. El click fue aquella tanda de penales en cuartos contra Italia y contra los propios complejos. La corrida en busca de Cesc tras el último remate que infló la red de Buffón significó el abrazo de millones de personas, rendidas a sus hombres, al igual que la prensa, que ya creía en ese grupo.
Al mismo tiempo, mientras disfrutaba desde el sillón de su casa el ascenso con el filial del Barça a Segunda B en su primera experiencia en los banquillos, Guardiola era confirmado como entrenador del primer equipo, sumido en una profunda crisis merced a la dejadez de sus figuras, con Ronaldinho a la cabeza. A partir de ahí, comenzó en Can Barça la era de la perfección del modelo. Pep también había sacado conclusiones alejado del ruido y de los flashes. Pero tampoco iba a ser fácil: ello implicaba, en primer lugar, una profunda limpieza que involucró a los fenómenos devaluados y dio paso a los genios de la casa, los mismos que disponían del control remoto de la Selección. Como confesó por estos días el propio Xavi en su reciente carta de despedida al entrenador, "Luis me dijo: acá manda usted. Y me dio el mando incluso cuando no lo tenía en el Barça". Ni siquiera su rotura de ligamentos cruzados unos meses antes del Mundial alteró los planes del míster.
Los roles que el jugador de Terrasa e Iniesta desempeñaron en La Roja -por convencimiento de Luis-, se vieron potenciados por el trabajo colectivo de un equipo -el Barça de Pep- que perdurará hasta el fin de los días como uno de los mejores de la historia.
A ellos se unieron tiempo después Busquets y Pedro, las últimas grandes apariciones, utilizados más tarde por Vicente Del Bosque para el proceso de continuidad que incluyó el tándem Eurocopa-Mundial-Eurocopa, con siete jugadores del Barcelona en Sudáfrica 2010 (el eterno Puyol, Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro y Villa) más Jordi Alba en la Euro 2012 de Ucrania y Polonia.
1 de febrero de 2014. La historia dirá que Luis nos dejó a los 75 años a causa de una enfermedad, pero su legado para el fútbol español, como impulsor de "La Roja", perdurará eternamente. Una filosofía que tuvo en el Barcelona a su media naranja. Esta retroalimentación, basada en afinidades electivas promovidas por una influencia mútua, permitió potenciar ambos equipos, cada uno en su contexto (sus competiciones) y con sus matices (la ausencia/presencia de Messi, por ejemplo), pero con evidentes elementos comunes (los futbolistas) que se convirtieron en la esencia del patrón de juego (el estilo). El fútbol español lo agradece mientras Luis sonríe desde el cielo.
29 de junio de 2008. En el estadio Ernst Happel de Viena saltaron Casillas; Ramos, Puyol, Marchena, Capdevilla; Senna, Xavi Hernández, Iniesta, Fábregas, Silva y Torres. Con este once, el de la final ante Alemania, que ya contaba con la presencia de cuatro jugadores del Barcelona, Luis Aragonés consiguió ganar la Eurocopa con España después de 44 años de sequía culminando un arduo trabajo basado en algunos sinsabores y mucha convicción.
Tras dos años de dificultosos obstáculos pero también de vital comprensión para desarrollarse, esta España de Luis, desde entonces "La Roja", presentaba, además de Xavi, a Iniesta, Fábregas, Senna, Xabi Alonso, Silva y Cazorla como intérpretes de lujo de una camada de futbolistas inigualables. Pero había que demostrarlo. Era la única forma de ser recordados no sólo como jugadores excelentes sino además como héroes eternos. El click fue aquella tanda de penales en cuartos contra Italia y contra los propios complejos. La corrida en busca de Cesc tras el último remate que infló la red de Buffón significó el abrazo de millones de personas, rendidas a sus hombres, al igual que la prensa, que ya creía en ese grupo.
Al mismo tiempo, mientras disfrutaba desde el sillón de su casa el ascenso con el filial del Barça a Segunda B en su primera experiencia en los banquillos, Guardiola era confirmado como entrenador del primer equipo, sumido en una profunda crisis merced a la dejadez de sus figuras, con Ronaldinho a la cabeza. A partir de ahí, comenzó en Can Barça la era de la perfección del modelo. Pep también había sacado conclusiones alejado del ruido y de los flashes. Pero tampoco iba a ser fácil: ello implicaba, en primer lugar, una profunda limpieza que involucró a los fenómenos devaluados y dio paso a los genios de la casa, los mismos que disponían del control remoto de la Selección. Como confesó por estos días el propio Xavi en su reciente carta de despedida al entrenador, "Luis me dijo: acá manda usted. Y me dio el mando incluso cuando no lo tenía en el Barça". Ni siquiera su rotura de ligamentos cruzados unos meses antes del Mundial alteró los planes del míster.
Los roles que el jugador de Terrasa e Iniesta desempeñaron en La Roja -por convencimiento de Luis-, se vieron potenciados por el trabajo colectivo de un equipo -el Barça de Pep- que perdurará hasta el fin de los días como uno de los mejores de la historia.
A ellos se unieron tiempo después Busquets y Pedro, las últimas grandes apariciones, utilizados más tarde por Vicente Del Bosque para el proceso de continuidad que incluyó el tándem Eurocopa-Mundial-Eurocopa, con siete jugadores del Barcelona en Sudáfrica 2010 (el eterno Puyol, Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro y Villa) más Jordi Alba en la Euro 2012 de Ucrania y Polonia.
1 de febrero de 2014. La historia dirá que Luis nos dejó a los 75 años a causa de una enfermedad, pero su legado para el fútbol español, como impulsor de "La Roja", perdurará eternamente. Una filosofía que tuvo en el Barcelona a su media naranja. Esta retroalimentación, basada en afinidades electivas promovidas por una influencia mútua, permitió potenciar ambos equipos, cada uno en su contexto (sus competiciones) y con sus matices (la ausencia/presencia de Messi, por ejemplo), pero con evidentes elementos comunes (los futbolistas) que se convirtieron en la esencia del patrón de juego (el estilo). El fútbol español lo agradece mientras Luis sonríe desde el cielo.
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