viernes, 7 de septiembre de 2012

El momento de Falcao


El grito que Radamel repite semana tras semana.


El comienzo de una nueva temporada en Europa llegó de la mano de algunas certezas. Por un lado, que el Barcelona y el Real Madrid volverán a ser el centro del universo cada vez que se vean las caras. En segundo lugar, que la Liga, a pesar del irregular arranque de los de José Mourinho, tiene pinta de ser, por potencial, nuevamente cosa de dos, a expensas de la continuidad en el rendimiento del Valencia, el Málaga y el Atlético de Madrid. Y por último, que tenemos la fortuna de ser contemporáneos de Radamel García Zárate, o "Falcao", como lo conocemos todos. A esta altura, se puede decir que el colombiano del Atleti ya ocupa un sitio entre los mejores futbolistas del mundo en su puesto de delantero. Para comprobarlo, solo bastaría con repasar sus goles en diferentes competiciones y países. De todas las formas y colores. Para todos los gustos. Desde lo estético y desde lo estadístico. Un futbolista con mayúsculas.

Para escribir de modo imparcial sobre Falcao, es necesario indeclinablemente dejar de lado a Lionel Messi y a Cristiano Ronaldo. Ellos son extraterrestres, juegan a otra cosa y, a la vez, juegan de varias. Por las bandas, por el centro, en el área. Ese ejercicio de la excelencia al servicio del equipo los coloca un escalón por encima del resto. Sea en el sitio del campo que sea lucen su cartel de estrellas. Adonde vayan se los mira de manera diferente. Por eso mejor vamos a centrarnos en lo terrenal, en lo medianamente alcanzable para cualquier jugador de élite del grupo de los mortales.
En este escenario, Falcao es uno de los más completos. Pasó de ser un interesante delantero en sus inicios con la camiseta de River a un futbolista que dispone de una gama de recursos que le da crédito para coquetear con los más destacados del planeta en su posición. Ante los micrófonos no es aconsejable escucharlo: su acento dulce y suave no ofrece la verdadera pauta de lo que luego enseñará en el campo. Vestido de corto es el “Increíble Hulk” del fútbol: se transforma. Su progreso tradujo en letales cada una de sus intervenciones. El Tigre no perdona a nadie y, de paso, juega para hacerle honor a su apodo.
Si se pretende averiguar los secretos del gran goleador, precipitadamente se podría señalar el juego aéreo como su característica principal. Un físico privilegiado, un salto imponente y un remate con ambos parietales son motivos suficientes para destacarlo sobre el resto. Sin embargo, Falcao es mucho más que eso: tiene salida hacia los dos perfiles, es criterioso en el manejo del balón fuera del área y no se esconde detrás de los centrales cuando la jugada pide un desmarque de ruptura para explotar el espacio. Ahí aparece para arrastrar marcas y aguantar la pelota o también para llevar a pasear a los defensores como lo hizo con San José en el primer tanto que le anotó al Athletic de Bilbao hace un par de semanas atrás. También puede demostrar que su capacidad técnica no es improvisada: el segundo gol al Chelsea, de idéntico desenlace que aquel famoso tanto al Athletic en la final de la Europa League, no hizo más que confirmar el repertorio que atesora. Y en su lugar en el mundo, dentro del área, las sabe todas: en el rectángulo donde se definen los partidos es decisivo. Ahí combina inteligencia e intuición para “atraer” el balón y contundencia para mandarlo a la red. Una delicia.
A partir de su etapa en el Porto, fuimos testigos del proceso que aumentó el nivel de juego de un rematador nato convertido en un especialista de la definición gracias a su notable madurez y adaptación. Sin dudas, Europa mejora a los futbolistas, los hace más conscientes. El nivel los obliga a pulir los defectos y potenciar las virtudes porque de lo contrario sería imposible sobrevivir ante tanta estrella. No por nada el ritmo goleador de Radamel aumentó excesivamente de este lado del charco. De los 45 goles en River (en 113 partidos) pasó a los 72 en el Porto (en 87 encuentros) y actualmente, en el Atlético, lleva un registro de 42 tantos en 53 choques. Bestial.
Dotado físicamente por naturaleza y técnicamente por evolución, Radamel posee todas las condiciones necesarias para triunfar en Europa. Porque al final acaba destacando el que logra adaptar la esencia de sus capacidades al ritmo de juego que demanda la competición de turno. Falcao ya lo hizo hace rato. Y le agregó jerarquía, la cual suele llegar por acumulación de partidos y por calidad individual. En definitiva, el internacional colombiano es un jugador que supo incorporar a su instinto goleador un mayor volumen de conceptos técnicos que lo convirtieron en un futbolista privilegiado.
Los goles de sus últimas semanas, por clase y por importancia, son dignos de colección junto a los mejores de esta época. El cafetero, que ya conquistó a media capital española, parece empecinado en demostrarle al mundo que está preparado para pelearle la Bota de Oro y el Pichichi a “los de la otra galaxia”, aunque parezca imposible y a pesar de no jugar en el Barça ni en el Madrid. Por talento y jerarquía, está capacitado. Y no necesita de ningún padre que lo ofrezca en la prensa: los 160 goles anotados en su carrera lo venden sólo.



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