Cuando el sueño del Chelsea se moría, apareció la figura de Drogba para empatar el partido sobre el final. |
La tenía guardada con llave. Conservaba aquella espina en su interior esperando una nueva
oportunidad, de esas que la vida te regala cada tanto. Desde el 6 de mayo de 2009, día del "Iniestazo" en Stamford Bridge, Didier
Drogba, en llamas tras aquella eliminación -por un posible penal no pitado- y determinante en la reciente conquista europea del Chelsea, siempre supo que
en alguna ocasión llegaría el momento sublime que tanto había anhelado. Nunca lo manifestó. Era su secreto.
La cita del delantero marfileño con la gloria se hizo esperar algo más de dos años. Sucedió en Múnich, un escenario creado para cumplir sueños de este calibre, ante todo un estadio que esperaba con ansias la obtención de la quinta Copa de Europa en la historia del club bávaro. Pero sus casi setenta mil aficionados se quedaron con la miel en los labios. Y Drogba, encabezando desde lo futbolístico y lo anímico a una tropa dispuesta a no dejar escapar esta chance más allá de las dificultades del trámite, decidió vestirse de héroe sacando a relucir su mentalidad ganadora, esa que sólo atesoran los campeones, casi como eligiendo en tiempo y espacio el instante exacto para modificar el guión previsto y convertir lo que parecía otra ilusión rota en una película inolvidable para el club y para su trayectoria personal.
La cita del delantero marfileño con la gloria se hizo esperar algo más de dos años. Sucedió en Múnich, un escenario creado para cumplir sueños de este calibre, ante todo un estadio que esperaba con ansias la obtención de la quinta Copa de Europa en la historia del club bávaro. Pero sus casi setenta mil aficionados se quedaron con la miel en los labios. Y Drogba, encabezando desde lo futbolístico y lo anímico a una tropa dispuesta a no dejar escapar esta chance más allá de las dificultades del trámite, decidió vestirse de héroe sacando a relucir su mentalidad ganadora, esa que sólo atesoran los campeones, casi como eligiendo en tiempo y espacio el instante exacto para modificar el guión previsto y convertir lo que parecía otra ilusión rota en una película inolvidable para el club y para su trayectoria personal.
Pero antes de consumar el título en la definición por penales, el Chelsea se debatió entre la agonía y la resurrección de un partido que lo tuvo como perdedor a falta de siete minutos y que le devolvió la vida cuando las banderas rojas y blancas comenzaban a flamear con mayor énfasis a dos minutos para la conclusión. Al margen de su propuesta conservadora, Di Matteo apostó por una idea en la que sus jugadores creyeron religiosamente, y aún así, a pesar de que los intérpretes la defendieron con uñas y dientes, el final podría haber sido otro. El conjunto inglés propuso no proponer, como en las semifinales frente al Barcelona, y estuvo al borde de la muerte, como en las semifinales frente al Barcelona, primero tras el gol de Müller y luego en el penal de Robben, que emuló a Leo Messi en aquella fatídica noche del Camp Nou.
Como en cualquier historia con final felíz, todo superhéroe también necesita un guiño del destino. Protagonista en los momentos más intensos del partido, Drogba apareció en todo su esplendor en dos acciones puntuales. En primer lugar, cuando el Chelsea continuaba aturdido por el mazazo del gol alemán. Frente a semejante escenario, el africano, dueño de una moral que se agiganta en la adversidad, midió el córner de Mata y se elevó entre camisetas rojas y sueños dormidos para darle una vida más al equipo creado alrededor de las libras del empresario petrolero Román Abramovich. Por otro lado, ya en la prórroga, cuando el ataque del Bayer se transformaba en una ola constante, la figura de la noche llegó a probarse el disfraz de villano al cometer un penal evitable, en su afán de colaborar defensivamente, que ponía nuevamente a su equipo contra las cuerdas. Pero la figura de Peter Cech, su mejor aliado, le permitió quitárselo enseguida. El portero, experto en situaciones límite, estiró la agonía hasta la tanda de penales.
Con las pulsaciones latiendo en su máxima expresión, llegó la definición del título desde los doce pasos. Con la corona a disposición del que supiera ganársela, Drogba volvió a decir presente con el disparo definitivo. En el remate a la red viajó junto al balón el reflejo de su espíritu de campeón, dotado de una fe y amor propio inquebrantables. Así, con una mezcla de frialdad en su cabeza y fuego en su corazón, impactó el tiro final que le dio al Chelsea la primera Champions de su historia. Al mismo tiempo, su secreto comenzaba a descubrirse.
Como en cualquier historia con final felíz, todo superhéroe también necesita un guiño del destino. Protagonista en los momentos más intensos del partido, Drogba apareció en todo su esplendor en dos acciones puntuales. En primer lugar, cuando el Chelsea continuaba aturdido por el mazazo del gol alemán. Frente a semejante escenario, el africano, dueño de una moral que se agiganta en la adversidad, midió el córner de Mata y se elevó entre camisetas rojas y sueños dormidos para darle una vida más al equipo creado alrededor de las libras del empresario petrolero Román Abramovich. Por otro lado, ya en la prórroga, cuando el ataque del Bayer se transformaba en una ola constante, la figura de la noche llegó a probarse el disfraz de villano al cometer un penal evitable, en su afán de colaborar defensivamente, que ponía nuevamente a su equipo contra las cuerdas. Pero la figura de Peter Cech, su mejor aliado, le permitió quitárselo enseguida. El portero, experto en situaciones límite, estiró la agonía hasta la tanda de penales.
El momento decisivo de la final: Drogba anota el último penal de la serie que consagró al Chelsea campeón de Europa por primera vez en su historia. |
Con las pulsaciones latiendo en su máxima expresión, llegó la definición del título desde los doce pasos. Con la corona a disposición del que supiera ganársela, Drogba volvió a decir presente con el disparo definitivo. En el remate a la red viajó junto al balón el reflejo de su espíritu de campeón, dotado de una fe y amor propio inquebrantables. Así, con una mezcla de frialdad en su cabeza y fuego en su corazón, impactó el tiro final que le dio al Chelsea la primera Champions de su historia. Al mismo tiempo, su secreto comenzaba a descubrirse.
- Excelente Mariano.. toda la pasion para escribir.. Abrazo desde el otro lado del charco..
ResponderEliminar" El conjunto inglés propuso no proponer, como en las semifinales frente al Barcelona, y estuvo al borde de la muerte, como en las semifinales frente al Barcelona ".. ( ahi repetis una parte puede ser? )
Hola Gus Ti! Gracias por tu aporte, pero la repetición de la frase la escribí con esa intención, para remarcar que ambas cuestiones (no proponer y quedar al borde la muerte) las afrontó como en las semifinales frente al Barcelona. Un saludo, hasta la próxima!
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