Directo a la videoteca. Messi engaña a todos metiendo la pelota por donde ningún uruguyo lo imaginaba. Genio. |
Después de un impasse no forzado, decidí retomar mi rutina de sentarme frente al teclado. Siempre es saludable parar la pelota para leer, analizar y pensar antes de volver a escribir. Claro que no todos lo hacen. Uno de ellos es Lionel Messi, el genio que no escribe pero "dibuja", y a través de las obras de su zurda mágica, se encarga de dejar en claro que no descansa en su afán de sorprendernos día tras día. Cuando creemos que ya lo enseñó todo, se sale con la suya y vuelve a endulzarnos con su fútbol de otro planeta.
El
sábado desplegó una nueva función. Otro show al más alto
nivel. Una vez más, cuando las luces del escenario se encendieron
esperando otro
deleite, él no defraudó. Figura del juego en cada partido, ya no sólo es
el
mejor futbolista del mundo y uno de los más grandes de la historia.
También es la pieza clave que sin querer queriendo encabeza la ilusión
de
un país sediento de gloria perdida. Es el elegido, por el entrenador y,
al fin, por ciertos hinchas que miraban de reojo sus actuaciones con
otra camiseta que no fuera la del Barcelona.
Tras
un largo tiempo, desmedido e
injusto, con la duda instalada de si sería capaz de imponer
definitivamente su magia con
la 10 celeste y blanca en la espalda, demostró que no es recomendable
dudar de su talento porque puede dejar a más de uno literalmente en el
papel de ridículo. Comprometido como el hincha número uno de la
Selección, Messi decidió transformar su fútbol sin complejos
en su proyecto más importante. Y lo hace como líder indiscutido de una
Argentina que cada día se siente más a gusto con el nuevo rol de su
capitán.
Su conversión en
jugador total le posibilitó al equipo de Sabella abrir
el camino ante un duro rival como Uruguay. El rosarino firmó dos goles,
su especialidad, e
inició la jugada del restante con un pase de potrero, su flamante
faceta. El
gran mérito del bloque se centró en mantener la calma y ser paciente,
dando
muestras de madurez en el momento que más se la requería. El planteo
charrúa
emuló a los de José Mourinho frente al Barça. Por eso se tornaba
fundamental no perder el orden y esperar el instante exacto. La
seriedad del conjunto de Sabella hizo una parte y Messi, como siempre,
la otra.
Cuando escasean los espacios y la jugada pide una gambeta, ahí
aparece Lionel. Así dibujó el primer tanto: sacó a relucir su capacidad para
amontonar rivales descargando la pelota hacia el compañero libre producto de su
apilada. En este caso el afortunado fue Di María, quien le devolvió la gentileza
para que el 10 defina como un 9. Seguidamente, volvió a aglutinar camisetas
blancas para generar espacios y marcar un pase que sólo puede hacer alguien con
su magia, picándola casi displicentemente para que fuera nuevamente el zurdo del
Real Madrid quien viera solo a Agüero. Minutos más tarde, el tanto que cerró la
goleada sólo está al alcance de los elegidos. Lo había enseñado su amigo Ronaldinho hace
un par de semanas, Pirlo lo calcó en el Calcio y Messi no quiso ser menos: como
si de una serie se tratara, en el capítulo anterior despistó a todos superando a
Casillas en el derby del Barnabéu con una rosca perfecta por encima de la
barrera. En Mendoza, intuyó que los uruguayos esperarían una definición similar
y escogió el plan B. El final ya todos lo conocen. Suave y al ras, como los
genios.
Indudablemente, su explosión con la Albiceleste
se debe en gran parte al arropamiento de un plantel cuyo cuerpo técnico
entendió la forma de protegerlo tanto futbolística como humanamente.
Este ejercicio, además, coincidió con la designación de su capitanía. El
cocktail le posibilitó dar ese salto de
calidad en su personalidad para superar la presión de tener que llevar
el peso
por obligación. Ahora pareciera hacerlo por placer. El resultado final
de este proceso refleja una clara muestra de su evolución como
futbolista
íntegro.
Actualmente,
existe una
sensación que apunta que Argentina pareciera transitar el camino del
encuentro de la solidez y madurez necesarias para que Lionel logre
imponer su potencial. Contrariamente, se origina una segunda a partir de
una mayor
participación del astro en el circuito de juego del Barcelona que podría
interpretarse como una
luz de alerta para los culés dado que la característica principal del equipo catalán siempre se
basó en respetar la función de cada intérprete y nunca dependió de lo que
pudiera elaborar Leo en zonas de gestación. Así y todo, son inquietudes
que aún no encuentran una respuesta precisa. Esta visión del juego de
ambos
equipos, siempre muy relativa según la opinión de cada analista, no
tiene por qué estar relacionada, siendo Messi el punto en común entre
los paralelismos porque en ambos contextos se gira en
torno a su figura. A pesar de esta ambigüedad, el
nivel de Messi aumenta en ambas situaciones, lo que lo engrandece aún más.
En
un Barça que padece tiempos de resiembra por el cambio de
entrenador más allá de que tanto Pep como Tito comulguen con la misma
filosofía
(no dejan de ser dos cabezas distintas), la influencia de Messi en el
desarrollo
de los partidos crece, lo cual apacigua posibles pensamientos negativos
con respecto a un futuro cercano no muy alentador. El doblete en el
último clásico frente al Real Madrid
así lo refleja. Ya no sólo es aquel que culmina de manera inigualable
las
jugadas que elaboran Xavi e Iniesta. Ahora también asume responsabilidad
en la
elaboración y asiste con números que asustan. Su versatilidad
para agrupar varias características del juego en un partido elevan ese
techo que
parece no tener fin.
Al margen del gran arranque de temporada en los números del
conjunto de Tito Vilanova, la continuidad en el rendimiento de Messi equipara la
ausencia de frescura en el engranaje del equipo cuando aparecen indicios de
atasco. Un claro ejemplo de su madurez como jugador total se puede apreciar en
las jugadas a balón parado, que reafirman el camino a la perfección de su
repertorio. Cada tiro libre cerca del área ya tiene olor a gol. Los hace desde
ambos perfiles y desde el encuentro frente a Uruguay, también amenaza con
aplicar variantes que escapan al guión tradicional. No se puede esperar menos de
un extraterrestre.
En un fin de semana distinto, sin más fútbol que el de las
Selecciones, bastaron noventa minutos de Messi para saciarnos, como lo hace cada
vez que juega. Lo apuntó sabiamente Diego Latorre en la retransmisión para la TV
Pública argentina: “Messi está más allá de las palabras”. Ante semejante
acierto, es saludable seguir su consejo.
Excelente!!! claro y como siempre, muy bien tratado, Felicitaciones,
ResponderEliminarUna visión atinada, profunda y, fundamentalmente, coherente de lo que es tu línea de pensamiento. Especialmente sensata me pareció tu idea acerca del "Messi parte de equipo" del Barcelona y el "Messi eje de equipo" de la Argentina.
ResponderEliminarMuy bueno lo tuyo!!