jueves, 7 de febrero de 2013

El legado del Barça

El FC Barcelona y su relación con el juego de las Selecciones de España y Argentina.



El Barcelona no descansó. No descansa nunca. El líder de la Liga española se enfrentó el domingo al Valencia y a pesar de que no tuvo compromisos de Champions ni de Copa del Rey, durante la semana volvió a jugar. Las fechas FIFA, además de acumular horas de vuelo y de quitar tiempo de descanso a los futbolistas que actúan en las principales competiciones, siempre suelen ofrecer algunos aspectos del juego que se tornan interesantes analizar al margen del elevado significado que produce representar al país aunque sea en un partido amistoso.

Si bien el calendario entorpece la rutina de los clubes poniendo en riesgo el físico de sus profesionales, tras un compromiso internacional siempre se sacan conclusiones, positivas y negativas, más allá del rótulo que lleve el encuentro. Sobre todo si aparecen en escena la España campeona del mundo, cuyo juego se sostiene principalmente con la esencia del Barcelona, y la Argentina de Messi, el ícono blaugrana más relevante de hoy que a partir de su figura intenta devolverle a su país el prestigio logrado tiempo atrás. El fútbol desplegado periódicamente por el Barça sobrepasa, a menudo, los límites de lo racional y se traslada mediante sus intérpretes, que juegan de memoria y marcan el camino a seguir independientemente de la camiseta que vistan.
Sin dudas, la España made in Barça y la Argentina construida en torno a Messi invitan a desmenuzar una cuestión saturada aunque no menos apasionante: la estrecha relación futbolera que unen al jugador argentino, a su club y a su Selección, y seguidamente, la inevitable comparación con La Roja, un conjunto que brilla con luz propia sin necesitar del astro rosarino. Todo este cócktail, cuna de debates interminables y a la vez formadores, se sostiene por la brillantez que atesora el Barcelona.
La victoria por 3 a 1 de España frente a la siempre dura Uruguay demostró, una vez más, que el seleccionado de Vicente del Bosque continúa algunos escalones arriba del resto. A pesar de no haber desplegado su mejor fútbol y de no haber contado con pilares como Casillas, Xabi Alonso, Xavi Hernández o David Silva, el campeón de Europa y del mundo mantiene intacto su nivel competitivo y, principalmente, respeta a rajatablas una filosofía con la que se siente identificado y a través de la cual logró los mejores resultados de su historia: protagonismo en todos los campos, calidad en la posesión del balón y la no menos trascendental presencia de algunos de los mejores futbolistas del planeta. Indudablemente, el nivel de juego del Barcelona resulta clave en la continuidad de los logros de la Selección Española.
A su vez, el triunfo de Argentina ante Suecia en Estocolmo por 3 a 2 confirma la progresión de un equipo que transita en la dirección correcta, que se acostumbró a vivir en la búsqueda del equilibrio, que se siente cómodo mientras viaja hacia el camino del encuentro, o al menos eso es lo que demuestra con su permanente evolución. El entrenador Alejandro Sabella se topó con un equipo anímicamente tocado y cuyo diagnóstico mostraba la ausencia de una clara línea de juego como déficit primordial. Ante la negatividad de semejante síntoma, el técnico trabajó poco a poco en la detección de la enfermedad futbolística. Consumado el primer paso, decidió aferrarse al remedio más fiable: Messi. Y en torno a él, diagramó un equipo que lo acompaña y lo hace sentir no sólo importante, en este caso lo obvio, sino referente, insustituible, comprometido, querido y respetado, tal como ocurre en el Barcelona, en este caso lo diferencial.
En definitiva, tanto la Selección Española como la Argentina, cada una en su camino y con sus diferentes realidades, muestran facetas transportadas directamente desde Cataluña. Y les va bien. España, aplicando el funcionamiento colectivo basado en su juego de toque y velocidad a pesar de no tener a Messi, sustituido por un grupo de bajitos que también hacen de las suyas a la hora de convertir en aceleración ese monopolio maravilloso del balón. El resultado del recorrido los llevó a ganar dos Eurocopas y un Mundial, nada menos. Argentina, en cambio, lo pone en práctica especialmente rodeando al genio con jugadores de buen pie, buscándole sociedades y apuntando a lo emocional, es decir, generando el clima idóneo para que el propio Messi se sienta como en casa, que no es poco.
Dos formas, dos estilos, dos seleccionados y, en medio, un equipo que une dos realidades reencarnándose en ellas. El Barça, con su juego de leyenda, guió al fútbol español hacia la cima a través de un modo de vivir interpretado por una camada de jugadores inolvidable, pero además le está haciendo comprender a los argentinos que pretendían ver jugar a su Selección como lo hace España pero con Messi, que pueden disfrutar también de otro don del mejor equipo de la historia. Quizás el menos conocido pero probablemente igual de importante. Distinto en su esencia pero idéntico en el resultado. Para lograrlo se necesita tiempo, justamente lo que Sabella está gestionando mientras edifica un castillo para que Messi sea el rey.



2 comentarios:

  1. Como siempre, muy claro tu artículo.
    Felicitaciones!!

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  2. Excelente nota la de Neira, Coincido plenamente en el concepto,
    Sin duda que la España de Del Bosque, ha abrevado en la fuente
    vivificante del Barcelona de Guardiola. Y con igual idea ofensiva,
    Similar sentido de la tanencia en pos de la búsqueda de espacios.
    Y un estilo propio, pero con puntos absolutamente coincidentes con
    el "once" de Bep, la Selección Hispana logró -por lógica y gran fútbol mediante- brillantes títulos mundiales.
    El Barsa con Messi y Cía, Y La Ex Furia con la Cía y sin Messi...
    Aunque para el caso diera lo mismo...
    Y, según parece, la Argentina de Sabella trata de seguir el mismo
    camino en lo que a forma de juego se refiere.
    Y -problemitas defensivos aparte- como la blanquiceleste tiene a
    Messi... Y para más a Gago, socio ideal. Y,por si fuera poco, a
    Higuain,Agúero,Di María y Mascherano. Lo que invita a soñar en
    grande para el fjturo. ¿O no?

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