jueves, 14 de febrero de 2013

Cristiano Ronaldo, el lord portugués


CR7 y su vuelo goleador ante el Manchester United. Tremendo.


Era una noche especial. Única. De esas que ocurren cada tanto, de esas que cuando suceden merecen ser saboreadas desde unos días antes. Los Real Madrid-Manchester United generan algo distinto. Sus pasados recientes cosechan momentos que resumen a la perfección el significado más sublime de la competición más importante de Europa. Un duelo con historia de Champions, con recuerdos del taco de Redondo, del hat-trick de Ronaldo, de los goles de Raúl y de Van Nistelrroy. Y de Cristiano, claro.

Ayer allí y hoy aquí. De promesa incontrolable en Old Trafford a realidad imprescindible en el Bernabéu. El niño mimado de Ferguson transformado en el líder total de Mourinho. Todo estaba a su merced, como el crack pretendía, con los ojos puestos sobre su figura. 
Cuando Di María elevó el centro al área rival en busca de alguna camiseta blanca, el mal para el United estaba hecho. Cristiano ya había escogido el camino para empatar el encuentro, se había imaginado un segundo antes que Evrá la forma con la que se cargaría el primer capítulo de la eliminatoria a sus inmensos hombros de líder. El salto que acabó en la red de la portería de De Gea fue estratosférico y estéticamente perfecto, pero la clave del gol residió en otra cuestión. En el vuelo viajaba algo más que un gran movimiento técnico: el portugués había depositado en el remate el fuego sagrado que conserva a toda hora, en cada minuto, ese que lo convierte en uno de los mejores jugadores del planeta, ese con el que intenta recuperar el trono ocupado por Messi y que alguna vez fue suyo.
Unos minutos antes, tras el gol de Welbeck que enmudeció al Bernabéu, Cristiano nuevamente ejerció de líder, aunque en esta ocasión sin el balón en los pies. Mientas los jugadores del United celebraban el tanto en una de las esquinas del campo, las cámaras se quedaban con los gestos ampulosos y tranquilizadores del luso para darles ánimo a sus compañeros. El mensaje era claro: calma que aquí estoy yo. Instantes después, apareció "Air Cristiano" para meter al Madrid en la eliminatoria con su cabezazo. Por supuesto no lo gritó, en una sana elección que retrata su agradecimiento al club que lo elevó a la cima.
Para culminar con su día de gracia, CR7, antes de marcharse a los vestuarios, hizo escala para abrazarse con su padrino futbolístico, Ferguson. El saludo aparentemente protocolar encerraba algo más: Sir Alex fue el hombre que, además de haber influido positivamente en su carrera deportiva, aceptó su deseo de afrontar un nuevo desafío recalando en el Real Madrid.
Indudablemente, Cristiano es Cristiano gracias a su enorme talento representado por un variado repertorio de recursos, por una ambición inmensa al servicio del equipo y por un estilo de juego basado en su descomunal estado atlético, cercano a otro tipo de deporte. Pero también, y principalmente, CR7 llegó a ser quién es por una manera de ver la vida que no le permite dejar de intentar ser el mejor. Su carácter, dotado del plus del que se alimentan los cracks, es el motor que impulsa su maquinaria. La clave de los genios siempre pasa por la mente. Está escrito.
Bajo su lema particular de sentirse el mejor, va camino a convertirse, en tiempo récord, en uno de los futbolistas más influyentes de la historia del Real Madrid a la par de leyendas como Puskas y Di Stéfano, con todo lo que ello implica. Su figura, cada vez más grande, encarna el modo de afrontar una cita (y una competición) de este calibre.
Por eso también se tornaba una noche especial para él, por tratarse de dos de sus amores más intensos, porque el mundo iba a observarlo aún más que de costumbre. Y el bad boy un día fue bueno, no sólo con la pelota sino además sin ella. El astro que genera amor y odio con la misma intensidad, el caudillo futbolístico que hace sonar con idéntico chirrido las voces que se rinden a su talento y las que se oponen a su pedantería, demostró, una vez más, su capacidad para absorber responsabilidad sin mermar su rendimiento y, vaya paradoja del destino, fue el lord de la noche madrileña, justamente ante el Manchester United, la casa que lo vio crecer.


8 comentarios:

  1. que bien escribis mostro...y eso que no me gusta el futbol...abz de gol!

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  2. Gracias Santi! Bueno, eso es todo un logro! Gracias por leerme y por interactuar! Un abrazo!

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  3. Excelente pintura de las enormes cualidades y calidades,atleticas y tecnicas, de
    este portugues excepcional, El cual ya ha dejado atras a otro grandioso lusitano como fue Eusebio.
    Lo que no es poco decir...
    Es que no obstante la pedanteria y la soberbia que lo caracterizan -como muy bien
    lo señala Mariano en su columna- no hay duda que su figura crece dia tras dia.
    Y que ya ha entrado en la galeria de los grandes cracks "merengues" de todos los
    tiempos.
    Como Di Stefano, Puskas,Santamaria, Kopa, Raul y Redondo...
    Y,aunque su nivel sobresaliente no haya logrado llegar a esa cima llamada Messi,
    no es poco merito, estar tan pero tan cerca de ella.
    Felicitaciones,Mariano. Un placer leer tus periodicas columnas.
    Y ya aguardo -impaciente- tus proximas entregas...

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  4. Gracias JHN por tu exposición! Nos encontramos en la próxima! Un abrazo!

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  5. Muy buen artículo sobrino, ¡ya era de que escribieses algunas lineas del futbolista más completo del planeta que juega en el mejor club de fútbol del mundo! ¡Cristiano Ronaldo y Real Madrid! Un abrazo

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  6. Gracias jarp! Me alegra que te haya gustado! Saludos! Un abrazo!

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  7. Esta bueno el artículo y por cierto muy bien escrito.

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