miércoles, 27 de febrero de 2013

Cuestión de actitud


La imagen del partido: el juvenil Miranda lo grita con el corazón.

Una vez consumado el clásico de Avellaneda, las conclusiones de la victoria de Independiente sobre Racing en torno al rendimiento de ambos equipos resultan tan claras como dispares. Mientras el Rojo lo jugó como el último partido de su vida, la Academia no sólo no encontró soluciones, teniendo en cuenta que no remató ni una sola vez al arco en todo el partido, sino que jamás demostró intenciones de dar vuelta la historia, con una sensación de nula rebeldía para modificar el rumbo del encuentro.

Los de Américo Gallego, aunque todavía no logran dormir tranquilamente por las noches debido a su flaco promedio, al menos consiguieron descansar sin frazada después de mucho tiempo. No sólo por el calor que azota Buenos Aires en febrero sino por la trascendencia de un triunfo ante el eterno rival que puede marcar un antes y un después en su lucha por salvar la categoría. Si la victoria frente a Vélez, justo siete días antes del partido más importante del campeonato, le había devuelto la respiración, los tres puntos obtenidos ante Racing reafirmaron la confianza de un Independiente que poco a poco quiere olvidarse de que lleva puesto el respirador artificial.


Las caras de los jugadores de Racing lo dicen todo. Un reflejo de lo que se vio en el campo.

Los de Luis Zubeldía, en cambio, tomaron prestada la manta del vecino para esconderse debajo de ella desde que Abal marcó el inicio del encuentro. Si el entrenador, ante los micrófonos, decidió acudir al tempranero gol del rival para justificar la derrota, la imagen de su equipo durante los 120 segundos anteriores al buen gol del pibe Miranda desnudó su preocupante falta de carácter y de juego, en ese orden. Esa nebulosa por la que Racing transitó sin indicios de querer torcer el rumbo, fue suficiente para que los del Tolo empezaran a ganar el clásico desde el vestuario.
Éste fue, quizás, el primer sopapo que recibió el hincha de Racing en la tarde del Libertadores de América. O tal vez, lo fue el del debut ante Rafaela, en distinto momento pero en similar forma. Sin dudas, son golpes que dejan secuelas, que marcan para siempre el andar de un equipo que en ambos casos pareció vencido, sin alma, sin reacción ante la adversidad, esmerado en provocar situaciones inéditas, como significa caer en un clásico de esta manera. La última imagen, la del post partido, resulta aún más desconsoladora: el propio técnico considerando ante los medios de comunicación la dificultad que conlleva ganar un clásico de visitante. Ante semejante "confesión", poco queda por agregar. Si faltaba algún síntoma para confirmar todo lo malo que se había visto minutos antes, Zubeldía se encargó, con asombrosa tranquilidad, de oscurecer un panorama preocupante.
El factor fundamental para explicar el resultado reside a partir de un único concepto: la actitud. Se pueden hacer cientos de análisis sobre tácticas, estrategias y formas de juego. También se puede discutir acerca de si Zubeldía debe decantarse por el sistema o por el perfil de los futbolistas con los que cuenta para darle coherencia a sus alineaciones, y seguramente las críticas estarán acertadas, pero la realidad demuestra que sin actitud no puede llevarse a cabo con éxito ninguna idea, por más lógica que tenga.
El Rojo no se guardó nada, y desde ese lugar, salió decidido a asfixiar a Racing, supo golpear de entrada y, así, logró dominar gran parte del juego aún en los instantes que cedió la iniciativa. Por contra, la Academia fue inofensivo hasta cuando amagó a ir en busca del empate. Sí, todo terminó en un espejismo porque no disparó al arco de Rodríguez en noventa minutos. A través de la confusa mentalidad de su técnico, salió a esperar que pasaran los minutos para jugar con la desesperación de un equipo al que no le sobra tiempo. Pero no tuvo en cuenta un detalle importante: se olvidó la fibra en el vestuario. Casi nada.
Una vez asumido el problema mayor, el de la actitud, es conveniente observar las grietas en el juego. Que Racing padece serios inconvenientes para elaborar en ataque incluso cuando contaba con el tridente Centurión-Fariña-Vietto no es ninguna novedad. Actualmente, los dos primeros se encuentran lesionados y Vietto carece de acompañantes que hablen su mismo idioma, evidenciando aún más esta falencia ofensiva. Que Camoranesi ya no rinde recostado a la banda y que está para jugar los últimos 20 minutos tampoco es nuevo. Que Sand, además de vivir en cámara lenta, está perjudicado a 40 metros del arco rival, menos aún.
Asimismo, que Independiente no juega bien desde hace rato, a pesar de las últimas dos victorias, es también un hecho tan irrefutable como evitable. Cuando el discurso por la situación actual, por más difícil que sea, se antepone para justificar al equipo de cualquier propuesta generosa y sin histerias, se deben recordar las malas campañas anteriores marcadas por un bajísimo nivel colectivo (el Tigre del Vasco Arruabarrena y el Newell´s del Tata Martino marcaron el camino a seguir para recorrer este angustiante camino de manera menos dramática).  
Sin embargo, los de Gallego, a pesar de sus limitaciones, sacaron a relucir el fuego sagrado que necesita un equipo con amor propio para superar el peor momento de su historia. Mientras, los de Zubeldía, después de haber conseguido un buen colchón de puntos en el Torneo Inicial que le daban crédito al DT, tiraron por la borda en apenas quince días toda la confianza ganada en el semestre anterior. La actitud de ambos fue determinante para definir sus realidades a partir de hoy.
En definitiva, un clásico de análisis simple que deja a Independiente fuera de la zona de descenso y con el ánimo por las nubes. Los jugadores parecen haber captado el mensaje de su entrenador haciendo gala del amor por el club que representan. A Racing, en cambio, le costará borrar la imagen mostrada en Cordero y Alsina, sobre todo si los jugadores no hacen una fuerte autocrítica puertas adentro y si el cuerpo técnico no revisa el destino que quiere darle a su proyecto.


3 comentarios:

  1. Muy buen articulo Mariano. Yo soy hincha de Rcaing y lo que paso el Domingo es una vergüenza. Una falta de respeto a la gente. Un equipo partido al medio, sin ganas, sin espíritu, sin corazón, que le daba lo mismo ganar, empatar o perder.

    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
  2. Más claro, echale agua!!Al técnico hay que decirle que no aclare que oscurese. Muy buen artículo.

    ResponderEliminar
  3. Otra excelente nota de ese atinado y agudo periodista que sos,Mariano Neira,
    Cuando las circunstancias anímicas y la falta de presión,alientan a jugar mejor
    que nunca y se hace todo lo contrario al futbol bien jugado,se cae sin vueltas...Como perdió Rácing.,,
    En contraposición,cuando las situaciones límites-llámense pobres desempeños
    adosadas al fantasma del descenso - inducen a mayor decaimiento espiritual y
    se logra todo lo que parecía imposible (léase triunfo inobjetable).Y con un fútbol
    si bien no idealmente jugado, sí suelto y ambicioso, se gana sin discusión...
    Como ganó Independiente,,.
    Felicitaciones, y espero tus próxima entregas.

    ResponderEliminar