martes, 5 de junio de 2012

El día que Argentina "fue" el Barcelona


Lionel recordó al Messi del Barcelona.


Después de haber intentado en los últimos procesos implementar -sin éxito- algunos aspectos del juego del Barcelona, finalmente llegó el día en el que la Selección Argentina emuló al conjunto español. No necesitó del cerebro de Xavi ni de la clase de Iniesta, tampoco de la contundencia de Puyol ni de las atajadas de Valdés. Pero tranquilos, que no me refiero a su estética inigualable ni a su cercanía a la perfección. El seleccionado de Alejandro Sabella se pareció al mejor equipo del mundo en el momento en que logró ser un conjunto por encima de las individualidades. Lo más importante. Como siempre debió ser. Como indican los manuales. Como lo enseña el Barça.

En la previa, la disposición de los nombres invitaba al análisis. Messi, Higuaín y Agüero -figuras de élite mundial- como arma de desequilibrio pero con un pasado reciente que ponía en duda la esperanzadora propuesta. Gago, siempre volante central, asomaba como ocho, posición con la que se familiarizó recién a partir de esta temporada, en la Roma de Luis Enrique. Di María, gran amigo de la banda, se perfilaba como antiguo diez y no como extremo para explotar su velocidad. Sin embargo, el bloque ofensivo que dispuso Sabella se mostró activo desde el primer minuto y se desenvolvió con total destreza, coordinación e intensidad hasta el punto de decidir el partido antes de la media hora.
La alta presión en campo ecuatoriano, iniciada por el propio tridente, fue fundamental para comenzar a disponer del balón. A partir de esta instancia, la labor de Gago se tornó indispensable. El ex centrocampista de Boca y el Real Madrid, especialista en el toque corto, le agregó a su juego la eficacia del primer pase, siempre vertical, con Messi como principal destinatario. Y cuando Lio recibe con libertad detrás de la línea de volantes rival, ya sabemos cómo acaba la historia...
Esta vez, para alegría y tranquilidad de los argentinos, la historia recién comenzaba. La Pulga recibe libre en tres cuartos para devolverle una pared a Di María, quien asiste al Kun para el 1 a 0. El propio Messi vuelve a ser el receptor de un pase desatascador de Gago e inicia una cabalgada que termina con el 2 a 0 del Pipita. Con mayores espacios, otra vez Leo se escapa con total libertad hasta el área rival y establece el 3 a 0 tras una gran descarga de Higuaín. La ráfaga interpretada por los tres diamantes de Sabella pudo imponerse en el marcador y en el juego, además, gracias al trabajo del equipo. La claridad de Gago, los relevos de Mascherano y la movilidad de Di María actuaron de sostén para que el mejor jugador del mundo empiece a enamorarnos con la celeste y blanca. Solidaridad de todos, brillo del de siempre.
Como contrapunto, aparece la última línea, de participación secundaria, que no tuvo demasiado trabajo para ser crucificada aunque dejó algunos puntos para revisar. La dupla Fernández-Garay demostró necesitar de mayor rodaje y tanto Zabaleta como Rodríguez se vieron vulnerables en algunos momentos.
Messi siempre merece una mención aparte. El diez del Barça, esta vez, elevó aún más su compromiso con la Selección, entendió su posición en el campo y supo elegir los momentos para efectivizar sus decisiones, siempre ejecutadas con un nivel de Play Station. La clave estuvo en el todo y no en el uno, para que dentro de ese contexto, un sólido funcionamiento grupal, Lio pueda destacarse como parte del bloque y no como líder de inspiraciones individuales. Así sí.


Riquelme pide pista guiando a Boca a la final de la Copa Argentina

La genialidad de Román picando su penal en la definición ante Deportivo Merlo.


Uno de los temas más abordados antes de la goleada de la Selección giraba en torno a la situación de Juan Román Riquelme, el futbolista más destacado del fútbol local y ausente en la lista de Sabella. El pedido del hincha para que el diez xeneize forme parte del plantel seguramente se aplaque tras el rendimiento frente a Ecuador aunque da la sensación que si Román logra adaptarse a la idea que pretende el entrenador como "parte de" y no "en función suya", puede darle un salto de calidad y una identidad determinada a un equipo que, sin dudas, transita por el camino deseado pero que aún busca un estilo definido para reafirmar lo demostrado. Mientras tanto, Boca lo agradece...
Al día siguiente de que Messi y compañía pusieran de pie al Monumental, Román hacía de las suyas a varios kilómetros de distancia para situar a su equipo en la final de la primera edición de la Copa Argentina, en cuya instancia se enfrentará a Racing, quien eliminó a River por penales y, de esta forma, impidió la final más esperada. Siempre manejando el ritmo del trámite a su antojo, el capitán de Boca coronó su actuación frente a Deportivo Merlo con dos perlas de la casa: primero acariciando un tiro libre ejecutado magistralmente, y luego, picando su penal en la definición. Como escribí en el post "El sentido del enganche", Riquelme destaca por su talento para interpretar el juego y, sobre todo, por su carácter para aparecer en los momentos clave. Estas cualidades sólo están al alcance de los elegidos. Y también merecen ser Seleccionadas.

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