domingo, 14 de octubre de 2012

Messi, el fútbol de todos

Directo a la videoteca. Messi engaña a todos metiendo la pelota por donde ningún uruguyo lo imaginaba. Genio.



Después de un impasse no forzado, decidí retomar mi rutina de sentarme frente al teclado. Siempre es saludable parar la pelota para leer, analizar y pensar antes de volver a escribir. Claro que no todos lo hacen. Uno de ellos es Lionel Messi, el genio que no escribe pero "dibuja", y a través de las obras de su zurda mágica, se encarga de dejar en claro que no descansa en su afán de sorprendernos día tras día. Cuando creemos que ya lo enseñó todo, se sale con la suya y vuelve a endulzarnos con su fútbol de otro planeta.

El sábado desplegó una nueva función. Otro show al más alto nivel. Una vez más, cuando las luces del escenario se encendieron esperando otro deleite, él no defraudó. Figura del juego en cada partido, ya no sólo es el mejor futbolista del mundo y uno de los más grandes de la historia. También es la pieza clave que sin querer queriendo encabeza la ilusión de un país sediento de gloria perdida. Es el elegido, por el entrenador y, al fin, por ciertos hinchas que miraban de reojo sus actuaciones con otra camiseta que no fuera la del Barcelona. 
Tras un largo tiempo, desmedido e injusto, con la duda instalada de si sería capaz de imponer definitivamente su magia con la 10 celeste y blanca en la espalda, demostró que no es recomendable dudar de su talento porque puede dejar a más de uno literalmente en el papel de ridículo. Comprometido como el hincha número uno de la Selección, Messi decidió transformar su fútbol sin complejos en su proyecto más importante. Y lo hace como líder indiscutido de una Argentina que cada día se siente más a gusto con el nuevo rol de su capitán.
Su conversión en jugador total le posibilitó al equipo de Sabella abrir el camino ante un duro rival como Uruguay. El rosarino firmó dos goles, su especialidad, e inició la jugada del restante con un pase de potrero, su flamante faceta. El gran mérito del bloque se centró en mantener la calma y ser paciente, dando muestras de madurez en el momento que más se la requería. El planteo charrúa emuló a los de José Mourinho frente al Barça. Por eso se tornaba fundamental no perder el orden y esperar el instante exacto. La seriedad del conjunto de Sabella hizo una parte y Messi, como siempre, la otra.
Cuando escasean los espacios y la jugada pide una gambeta, ahí aparece Lionel. Así dibujó el primer tanto: sacó a relucir su capacidad para amontonar rivales descargando la pelota hacia el compañero libre producto de su apilada. En este caso el afortunado fue Di María, quien le devolvió la gentileza para que el 10 defina como un 9. Seguidamente, volvió a aglutinar camisetas blancas para generar espacios y marcar un pase que sólo puede hacer alguien con su magia, picándola casi displicentemente para que fuera nuevamente el zurdo del Real Madrid quien viera solo a Agüero. Minutos más tarde, el tanto que cerró la goleada sólo está al alcance de los elegidos. Lo había enseñado su amigo Ronaldinho hace un par de semanas, Pirlo lo calcó en el Calcio y Messi no quiso ser menos: como si de una serie se tratara, en el capítulo anterior despistó a todos superando a Casillas en el derby del Barnabéu con una rosca perfecta por encima de la barrera. En Mendoza, intuyó que los uruguayos esperarían una definición similar y escogió el plan B. El final ya todos lo conocen. Suave y al ras, como los genios.
Indudablemente, su explosión con la Albiceleste se debe en gran parte al arropamiento de un plantel cuyo cuerpo técnico entendió la forma de protegerlo tanto futbolística como humanamente. Este ejercicio, además, coincidió con la designación de su capitanía. El cocktail le posibilitó dar ese salto de calidad en su personalidad para superar la presión de tener que llevar el peso por obligación. Ahora pareciera hacerlo por placer. El resultado final de este proceso refleja una clara muestra de su evolución como futbolista íntegro.
Actualmente, existe una sensación que apunta que Argentina pareciera transitar el camino del encuentro de la solidez y madurez necesarias para que Lionel logre imponer su potencial. Contrariamente, se origina una segunda a partir de una mayor participación del astro en el circuito de juego del Barcelona que podría interpretarse como una luz de alerta para los culés dado que la característica principal del equipo catalán siempre se basó en respetar la función de cada intérprete y nunca dependió de lo que pudiera elaborar Leo en zonas de gestación. Así y todo, son inquietudes que aún no encuentran una respuesta precisa. Esta visión del juego de ambos equipos, siempre muy relativa según la opinión de cada analista, no tiene por qué estar relacionada, siendo Messi el punto en común entre los paralelismos porque en ambos contextos se gira en torno a su figura. A pesar de esta ambigüedad, el nivel de Messi aumenta en ambas situaciones, lo que lo engrandece aún más.
En un Barça que padece tiempos de resiembra por el cambio de entrenador más allá de que tanto Pep como Tito comulguen con la misma filosofía (no dejan de ser dos cabezas distintas), la influencia de Messi en el desarrollo de los partidos crece, lo cual apacigua posibles pensamientos negativos con respecto a un futuro cercano no muy alentador. El doblete en el último clásico frente al Real Madrid así lo refleja. Ya no sólo es aquel que culmina de manera inigualable las jugadas que elaboran Xavi e Iniesta. Ahora también asume responsabilidad en la elaboración y asiste con números que asustan. Su versatilidad para agrupar varias características del juego en un partido elevan ese techo que parece no tener fin.
Al margen del gran arranque de temporada en los números del conjunto de Tito Vilanova, la continuidad en el rendimiento de Messi equipara la ausencia de frescura en el engranaje del equipo cuando aparecen indicios de atasco. Un claro ejemplo de su madurez como jugador total se puede apreciar en las jugadas a balón parado, que reafirman el camino a la perfección de su repertorio. Cada tiro libre cerca del área ya tiene olor a gol. Los hace desde ambos perfiles y desde el encuentro frente a Uruguay, también amenaza con aplicar variantes que escapan al guión tradicional. No se puede esperar menos de un extraterrestre.
En un fin de semana distinto, sin más fútbol que el de las Selecciones, bastaron noventa minutos de Messi para saciarnos, como lo hace cada vez que juega. Lo apuntó sabiamente Diego Latorre en la retransmisión para la TV Pública argentina: “Messi está más allá de las palabras”. Ante semejante acierto, es saludable seguir su consejo.

2 comentarios:

  1. Excelente!!! claro y como siempre, muy bien tratado, Felicitaciones,

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  2. Una visión atinada, profunda y, fundamentalmente, coherente de lo que es tu línea de pensamiento. Especialmente sensata me pareció tu idea acerca del "Messi parte de equipo" del Barcelona y el "Messi eje de equipo" de la Argentina.
    Muy bueno lo tuyo!!

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