viernes, 5 de abril de 2013

Barça, Madrid y la inteligencia emocional


Messi y Tito. El genio y el líder, claves para los intereses del Barcelona.



La ida de los cuartos de final de la Champions League mostró al Barcelona y al Real Madrid sumergidos en trayectos diferentes, al margen de los positivos resultados obtenidos frente al París Saint Germain y al Galatasaray respectivamente. Continuando con la tónica del último tiempo, la esencia en el recorrido de ambos caminos volvió a estar marcada, principalmente, por el factor anímico que padecen.

Mientras los de Mourinho necesitaron apenas un puñado de situaciones para dejar la eliminatoria casi resuelta, demostrando una mentalidad sin complejos para ir en busca de la Décima, los de Vilanova dejaron escapar otra chance importante para encarrilar la serie (al igual que en la ida de Copa con el Madrid), evidenciando el confuso estado del equipo, que demuestra, cada vez con mayor frecuencia, tantas imperfecciones en su juego producto de su fragilidad emocional como tozudez en su orgullo para no dejar de competir en las grandes citas. Un síntoma que invita a pensar en la trascendencia que generó el tiempo de ausencia obligada de Tito, su líder, con todo lo que ello implica en la gestión de un vestuario.
Tras el 4 a 0 al Milán se abrió el interrogante, por eso el Barça llegaba a París envuelto en una duda trascendental. Era el momento de comprobar si la goleada confirmaba el regreso definitivo de aquel equipo que supo encandilar los ojos del mundo. La Liga, con amplia diferencia de puntos sobre un Madrid pendiente de Europa y un Atlético distanciado a pesar de su gran campaña, no asoma como el escenario apto para detectar la medida exacta del conjunto blaugrana. De esta cuestión se encarga la máxima competición continental. Tras el 2 a 2 frente al PSG, las preguntas que giraban en la previa en torno al juego del Barça todavía rondan por Cataluña sin una respuesta concreta.
El Parque de los Príncipes desnudó la bipolaridad que atraviesa el Barcelona, con sus dos caras claramente definidas. De a ratos, transitando con un rostro espléndido, similar al de temporadas anteriores mediante el cual sometía a sus oponentes de los pies a la cabeza y los invitaba a participar de rondos eternos. En la noche parisina, algunos síntomas de este Barça íntegro se reflejaron, por ejemplo, en la destacada actuación de Alves en ataque, abarcando espacios como en la etapa de Guardiola y asistiendo a Messi, que necesita media ocasión para facturar, o también en el circuito de triangulaciones y sociedades que elaboraron Xavi e Iniesta, con el fin de herir a través de la calidad en la posesión y no utilizándola sólo como método de defensa. Todas cuestiones sostenidas, además, por una recuperación rápida que posibilitaba el comienzo de un nuevo ataque. Curiosamente, lo mejor del Barcelona se vio en la segunda mitad, ya sin Leo en cancha, momento en el cual pudo sentenciar la eliminatoria. Pero como parte de una peligrosa rutina en citas puntuales, en París tampoco cerró el partido y acabó pagándolo sobre el final. 
De esta forma, en otras fases del encuentro, se vio el Barça menos conocido aunque cada vez más habitual, el que se muestra aturdido en lo emocional, el que deja de creer en sí mismo, el que le da una vida más al rival, al que todo le cuesta demasiado, al que lastiman cuando se descoordina en zonas de peligro y el que deriva en el Barça de los atascos y las transiciones. En resumen, un Barça encarnado en la piel de Alexis Sánchez, quien a sus soberbios movimientos para desmarcarse, para ayudar en la recuperación y para llegar a posiciones de gol lo condena una asombrosa falta de confianza que desemboca en la errática toma de decisiones. El chileno y el equipo deberán despejar sus confusiones y amigarse con sus orígenes para volver a las fuentes.
Como apunta magistralmente Martí Perarnau, “un Barça extremista, para lo bueno y para lo malo”. En definitiva, un Barça terrenal, que controla pero no somete, que lastima pero no logra evitar que le hagan daño, que es capaz de tocar la mejor melodía si sus instrumentos suenan con la misma intensidad en idéntico tiempo y espacio como ante el Milán pero también capaz de lo peor si tan sólo uno de ellos desafina. Un Barça igual de feroz para competir por lo máximo pero menos dueño del juego, su propiedad más valiosa.




Cristiano celebra el primer gol del Real Madrid, con un pie y medio en la semifinal de la Champions.


El Real Madrid, en cambio, se abastece de sangre. No necesitó adueñarse del balón desde el vestuario para golpear antes que su rival, un Galatasaray generoso a la hora de llevar el ritmo del partido en un estadio como el Santiago Bernabéu aunque notoriamente sumiso en la parcela defensiva. En la primera acción en la que los turcos otorgaron una mínima chance, Özil aprovechó los espacios entre líneas para regalarle el primer gol a Cristiano. La influencia del portugués en el juego de los blancos es tremenda. Si ante el Manchester United fue un lord, esta vez volvió a ser el bad boy: ante la primera opción que dispuso, el “chico malo” no perdonó.
Con la ventaja, el conjunto de Mourinho no se esmeró en acelerar la presión, casi como adivinando que los goles llegarían por decantación. Básicamente, porque al Real Madrid le bastan unas pocas grandes carreras hacia adelante para definir un partido. No necesita dominar ni tener un juego fluido para hacer daño. La calidad y la jerarquía de sus futbolistas marcan la diferencia con ráfagas incesantes. Para contrarrestar a este Madrid, siendo el Galatasaray, se necesita un juego muy intenso desde lo físico y lo táctico. Los turcos carecieron de ello y en media hora, un Madrid desatado resolvió el noventa por ciento de la eliminatoria. 
Liderados por un Cristiano insasiable, los blancos cuentan además con la clarividencia de un genial Özil, que domina panorama y ritmos desde su zurda elegante, con la silenciosa labor de Xabi Alonso para equilibrar a obreros y velocistas, y con Varane, el seguro de vida que supo anular a Messi, doctorarse con Welbeck y adueñarse del diploma tras reducir a Drogbá. Tampoco hay que olvidarse de Diego López, cuyas manos no temblaron cuando le tocó defender la portería del Bernabéu en un momento en el que los tres palos se encontraban inmersos en una minicrisis peligrosa.
La clave de la candidatura del Real Madrid como firme aspirante a ganar la Liga de Campeones reside, además, en la mano de Mourinho para gestionar de manera efectiva los ánimos de un plantel que se encontró en el mes de diciembre con el título de Liga casi perdido. El entrenador luso, amén de las polémicas en torno a su figura, consiguió que el equipo asumiera un rol secundario en el campeonato doméstico sin verse afectado el ánimo en las demás competiciones y, a su vez, logró que sus hombres llegaran al momento más importante de la temporada en un gran estado emocional.
Con el Madrid casi clasificado, resta saber cómo reaccionará el Barça en la vuelta del Camp Nou con las bajas de Puyol, Mascherano y el delicado físico de Messi. Ante el Milán, demostró estar vivo. Si pretende seguir respirando deberá volver a rozar la perfección. Para ello, será imprescindible que logre manejar su inteligencia emocional, factor clave que en ocasiones, como en París, lo exponen a un futuro incierto.


2 comentarios:

  1. Hay algo claro:si en la Argentina hicieramos un sondeo de opinión,acerca de las preferencias futbolísticas entre el Barca y el Real,sin duda alguna que los "blaugranas" se llevarían -ampliamente- la mayoría de los votos...Es que su estilo -y más aún con Messi como paradigma- encuadra perfectamente en el "paladar negro" del público criollo.
    Pero también hay algo innegable: los catalanes extrañan -y mucho- al "Bep" Guardiola. Y también -aunque un "alguito" menos-al "Tito" Vilanoba, su fiel discípulo... Y quizás haya que remitirse a factores anímicos -como bien señala el criterioso Mariano- para hallar las respuestas a tales interrogantes.Porque innegablemente, el talento
    de Messi,Xavi,Iniesta y Cía.necesita de la guía de "Bep" o de "Tito".
    En contraposición,los madrileños -mas sujetos a tácticas sólidamen
    te incorporadas que a inspiraciones más inestables anímicamente-
    se afirman en el esquemático pero efectivo libreto del "Mou".(Léase
    Mouriño, su polémico, pero afamado técnico).
    Además de un plantel plagado de nombres famosos como Ronaldo
    y sus "secuaces"...Porque los "merengues" -como muy bien obser
    va Neira en su artículo- se nutren de "gélida"prosa (fría pero efectiva)
    en contraposición a la "cálida poesía" (tibia pero inestable emocio nalmente inestable) como los "blaugranas".
    En síntesis: dos grandes planteles,Con dos célebres estandartes
    como Messi y Ronaldo.Y con dos estilos-belleza o emociones apar
    te- consolidados y efectivos a su turno.
    Gracias por esta muy rica entrega, Mariano y espero las siguientes.


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